Hijo de Vecino

¿Los extremos no son buenos?

Siempre se dice que los refranes populares esconden una especie de sabiduría colectiva, aunque yo creo que eso depende del refrán y, sobre todo, de la intención final con que se los utilice. De hecho, estos proverbios suelen tener una versión que dice exactamente lo contrario y también se considera “sabiduría popular”. Yendo al caso concreto, uno de los dichos que más reflexión y debate me han ocupado es el conocido “ningún extremo es bueno” y la primera polémica que recuerdo haber tenido al respecto fue cuando, siendo adolescentes, y hablando de la paz, un amigo me dijo: “la paz en extremo tampoco sería buena; sería todo muy aburrido” (probablemente la percepción de lo que cada uno entendía por “paz” y “aburrido” era diferente).
Desde entonces, he luchado (con palabras) para demostrar que hay extremos buenos, es decir cosas/situaciones/estados que en “su grado más intenso, elevado o activo” son positivos y deseables. De hecho, si bien la mayoría de personas suscribiría la idea de que todos los extremos son malos, nunca escuché a nadie quejarse de que “Messi es el mejor futbolista del mundo” con el argumento de que “se puede ser bueno, pero con moderación”. Ni tampoco escuché a nadie censurar a la Madre Teresa de Calcuta por ser “demasiado entregada” ni criticar a Shakespeare por “escribir con extrema exquisitez”.
Nuestros padres, y nosotros como padres, pregonamos la “excelencia”, a la vez que dejamos claro la vital importancia del “punto medio”. ¿Es esto contradictorio? Como siempre, es la enseñanza espiritual de la India la que me da respuestas útiles para los dilemas de la vida. Vamos a ver…

Fue la lectura de unos versos de la Bhagavad Gītā lo que me hizo pensar una vez más en este tema y me decidió a escribir este post. En estos ślokas (6.16 y 6.17) el Señor Kṛṣṇa (Krishna) dice:

“El yoga es imposible para el que come demasiado y para el que no come nada, para que el que duerme demasiado y para el que está siempre despierto”.
“Para aquel que es moderado en la comida y en la recreación, en la ejecución de su trabajo, en el dormir y en la vigilia, el yoga se convierte en el destructor del sufrimiento”.

En la misma línea, el manual de haṭha yoga por antonomasia, la Haṭha Yoga Pradīpikā, enumera seis razones por las que el yogui fracasa (I.15):

“Comer de más, sobreesfuerzo, hablar demasiado (parlotear), realizar austeridades innecesarias, socializar y agitación”.

De estas seis, las cuatro primeras están claramente en la categoría de “extremos” que hay que evitar. Si un texto para haṭha yogis, es decir personas dispuestas a pasarse tres horas sentadas en padmāsana (postura con piernas cruzadas), a detener la respiración por varios minutos o a cortarse el frenillo de la lengua para poder tocarse la campanilla, aconseja no ser extremista, entonces hay que tenerlo en cuenta.
Sobre todo la idea de “realizar austeridades innecesarias” remite invariablemente a la historia de Siddhārtha Gautama, el Buda, que antes de su iluminación pasó por un periodo de duras penitencias junto a otros ascetas, al punto de estar al borde de la muerte física. Cuenta la tradición que fue en ese momento en que el Buda concibió la idea del “Camino del Medio” (madhyamaka en sánscrito) que consiste en evitar los dos extremos de auto-indulgencia física y emocional (algo que había conocido por su antigua vida como “príncipe”) y de mortificación y ascetismo excesivos.

Esta idea de equilibrio que suena tan lógica, también aparece en la antigua cultura griega, incluso inscrita en el templo del oráculo de Delfos con la frase “nada en exceso” (mēdén ágan, en griego). El filólogo Orland Grapí Rovira explica esta cosmovisión: “el exceso es algo propio de los dioses y de los animales; también de los héroes, en la medida que para lo bueno y para lo malo exceden los límites humanos”.
Quizás debido a esta reminiscencia griega en el inconsciente colectivo, cuando se habla de héroes, de reyes o de dioses uno está dispuesto a aceptar que sean “extremistas” en sus logros y virtudes; algo no tan aceptado con los seres humanos (visto así Messi sería un héroe; la Madre Teresa una santa y Shakespeare el rey de los poetas).
Siguiendo con los humanos, que es donde entramos la mayoría, el filósofo Aristóteles hablando de las pasiones humanas dice que “los extremos no son buenos ni laudables, y no merecen sino nuestra censura”, diferenciando entre la persona irascible, la impávida y la de cualidad intermedia, sinónimo de “dulzura”.
Por otra parte, llegó a mi pantalla esta entrevista (larga pero vale mucho la pena) con el Doctor en Filosofía y profesor en la Sri Sathya Sai University de la India, Albert Ferrer, en que hablando de la educación integral dice que “el guru, el maestro espiritual, enseña desde el camino del medio: propone, sugiere, abre una puerta o una ventana para que el estudiante investigue, descubra, practique por sí mismo”.
Efectivamente, mi maestro decía a menudo: “puedes vivir de la forma que te plazca; yo no te digo cómo vivir, sólo ofrezco un método antiguo que ha funcionado”.  Si bien aquí el énfasis está puesto en el aspecto educativo (y que mejor educador que el guru), otra vez nos encontramos con la idea del “justo medio”.
aristoteles
Por lo que veo, cuanto más se informa uno, más claro parece ser que “todos los excesos son malos”. Sobre todo ahora que la palabra “extremismo” está tan relacionada al llamado “terrorismo religioso”, y ya sabemos que cuando una palabra se asocia fuertemente a una idea (aunque esa relación no sea siempre justificada) es muy difícil volver atrás. De hecho la palabra “exceso” suena fatal, pero ¿puede un exceso de paz ser negativo, por ejemplo?
Sobre esto, en mi investigación, encontré una difundida frase de Santa Teresa de Jesús que me dejó perplejo: “no son buenos los extremos, aunque sea en virtud”.
¿O sea que esta gran santa mística esta diciéndome que la idea que defiendo es errada? Como soy un amante de la rigurosidad (y también, lo admito con vergüenza, de tener ideas no erradas…) busqué la cita en su contexto original, que es el libro Las Moradas del Castillo Interior y si bien la frase es literal, leída en contexto queda claro que no es lo que piensa la autora sino que es parte de una enumeración crítica de pensamientos nacidos de la “pusilanimidad y cobardía” (en este caso referidos al tema de la plegaria).
Me alegro que así sea, ya que si la virtud en extremo no es buena, entonces mi entendimiento de este mundo se vería muy trastocado.

Después de este rápido repaso por las Escrituras y las enseñanzas de diferentes tradiciones, esto es lo que me queda como conclusión personal: la moderación y el equilibrio son valores básicos para la búsqueda espiritual y, por ello, la filosofía del yoga recomienda una vida sencilla, sin grandes sobresaltos ni apegos y una buena dosis de discernimiento (lo que se suele llamar “sentido común”).
Como contra-ejemplo: en la Kumbha Mela conocí un chico occidental que, después de tomar un baño en las aguas sagradas, decidió dejar el café, el tabaco, la marihuana y el azúcar, todo de una vez. Su propósito duró apenas un par de días…
Ahora, para mí, este punto medio, importante y tan alabado, no es otra cosa que un método para llegar a un estado de quietud y balance en que la dicha y la paz interior son máximas; “extremas” si se quiere; “excesivas” si se puede.
El mundo tal como lo conocemos es dual y se mueve entre extremos; por eso buscamos un centro (algunos lo llaman el Ser interior; otros el guru en tu propio corazón; otros Dios…).
Eso sí, una vez encontrado el centro en uno mismo, dicen los grandes sabios, lo que uno vivencia ya no es exagerado ni insuficiente; ya no tiene etiquetas ni adjetivos; ya no queda polémica por debatir ni razones que argumentar y, en suma, pierde sentido lo que cualquier hijo de vecino tenga para opinar.

4 comentarios en “¿Los extremos no son buenos?”

  1. Quizá habría que plantearse: bueno para qué, bueno para quién, si es que uno se pone de acuerdo en qué es bueno.
    Me gustó la metáfora del lápiz 🙂

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    • Siempre que lo extremó te ayude a salir de un sufrimiento mayor o a descubrir algo nuevo de uno mismo me parece genial, en general siempre estamos moviéndonos entre extremos, cada uno tiene los suyos con una tendencia a un utópico equilibrio, y este baile de energías es la esencia de la chispa que enciende la emoción, la emoción (amor/odio) a lo desconocido….la incertidumbre de la vida

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