El Yoga y su filosofía de vida explicados de forma amena y rigurosa
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¡Namaste! Soy Naren Herrero, periodista y escritor especializado en la filosofía de la India y del Yoga.
Hijo de Vecino es el seudónimo que elegí hace casi quince años cuando empecé a escribir mi visitado blog, con la intención de compartir mis experiencias en la India y mis conocimientos sobre la filosofía del Yoga, de una manera entretenida y sencilla, desde el punto de vista de una persona occidental común y corriente.
En la actualidad, sigo profundizando en las enseñanzas tradicionales e imparto cursos, formaciones y talleres sobre la filosofía del Yoga, conservando el estilo fresco y a la vez riguroso que siempre caracterizó el blog.
He viajado numerosas veces a la India, como turista, periodista y peregrino. He visitado el Taj Mahal, he pasado temporadas en áshrams y he escrito un libro sobre el festival religioso más grande del mundo. Si bien la filosofía del Yoga es de aplicación universal, su cuna es la India y conocer esa herencia te será de gran ayuda a la hora de comprender y asimilar sus valiosas enseñanzas. Conducirte en ese proceso es mi oficio.
Para la tradición india la filosofía no puede limitarse a la mera especulación, sino que debe ser puesta en práctica y, sobre todo, ayudarnos a ser más felices. Por tanto, el conocimiento y la comprensión de los conceptos filosóficos indios te deberían aportar claridad intelectual y también recursos para vivir de forma más plena. Para ello el estudio de los textos sagrados es el camino tradicional. Guiar este aprendizaje es mi vocación.
El Yoga se ha convertido en una moda global y dentro de ese gran fenómeno conviven pistas de hace 6000 años junto a nuevos estilos creados ayer mismo. Para no perder la esencia hay que saber que el Yoga es un método probado de autoconocimiento que ofrece mucho más que posturas físicas y ejercicios de control mental. Entender cómo encaja la tradición original en el convulso mundo actual es vital. Explicarlo es una de mis virtudes.
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¿Qué recomienda el yoga y la espiritualidad hindú como antídotos contra la queja? En este artículo lo abordamos desde el concepto de tapas, especialmente en su vertiente verbal. Hace treinta años, el escritor Robert Hughes publicó «La cultura de la queja» acerca de la decadencia norteamericana en materia de política y cultura. No leí el libro pero el título me pareció adecuado para también etiquetar a nuestra sociedad actual y, además, hoy me sirve para abrir un tema que, intuyo, al lector le suena familiar: la recurrente lamentación de que las cosas no son como nos gustaría que fueran. ¡Atención! No estamos entrando en el juicio de
Con la relativamente difundida afirmación «mis hijos son mis gurús» en mente, agregando la legitimidad que me da la paternidad, más algunas referencias tradicionales hindúes, he escrito este artículo para analizar la cuestión. En la luna llena que sigue al solsticio de verano en el hemisferio norte (21 de junio) se celebra Guru Pūrṇimā(guru púrnima), el día anual,que suele caer en julio, en que honramos a todos los preceptores espirituales que nos guían en el camino del autoconocimiento y la liberación. A lo largo de los años, he escrito muchos artículos sobre este tema para llegar a la conclusión (que también es canónica) de que tener un gurú es imprescindible para avanzar en
Incluye la recitación del mantra ahaṁ vaiśvānaro que aparece en Bhagavad Gītā 15.14 Para la cosmovisión hindú «el alimento es Dios» (annam brahma) y, como en muchas otras tradiciones, no se debe tratar de forma irrespetuosa ni malgastar. Asimismo, al tratarse de un elemento que nos es proveído por la Madre Divina no deberíamos darlo por descontado, sino más bien agradecerlo. Para la tradición yóguica, comer ignorando esta relación de dependencia con la Naturaleza es una forma de «robar» pues, por más que hayamos pagado nuestra comida, estamos ignorando que el alimento llega a nosotros gracias al esfuerzo y la generosidad de la Tierra. Como forma
El mantra en cuestión es usado en la India como plegaria matinal y llegó sincronizadamente a mis oídos gracias a dos fuentes. Este mantra son las primeras palabras que algunos devotos recitan cuando se despiertan, como una oración para comenzar el día. Se repite contemplando las propias manos y dice:
Quizás algunos cinéfilos recuerden la película El quinto elemento (1997), cuya trama básica era la búsqueda de un excepcional quinto elemento que podría salvar al mundo. En la película ese raro elemento era el amor y, más allá de su loable mensaje y éxito de taquilla, la filosofía hindú tiene antiguos argumentos para ampliar ese punto de vista.
Cuando Bikram Choudhury, el inventor del famoso estilo hot yoga, quiso justificar la aberración de practicar posturas en una sauna a 40 °C dijo que lo que él había buscado era emular, de forma artificial, el clima tropical indio en que tradicionalmente practicaban los yoguis.
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El otro día utilicé el traductor de Google para traducir un texto sobre meditación, del inglés al español. De hecho, estoy sorprendido con lo buena que es esa herramienta online, aunque no es perfecta. Cuando en inglés decía attachments in meditation -o sea, «apegos en meditación»-, la traducción fue «archivos adjuntos en la meditación», que es una acepción posible pero inadecuada en el contexto del párrafo que yo estaba traduciendo. La falla del traductor radicó en desconocer el contexto del texto.
De forma similar, con los términos sánscritos, sobre todo si son muy genéricos, nos encontramos con frecuentes malentendidos de traducción, justamente por falta de información contextual.
La ubicua palabra kriyā es uno de esos ejemplos paradigmáticos, que hoy venimos a diseccionar, analizar y, ojalá, comprender mejor.
Para empezar, el diccionario nos da la definición básica de kriyā como «acción, acto, actividad, tarea…» y es prácticamente un sinónimo de otra famosa palabra sánscrita: karman.
Este uso ya aparece en textos védicos como Upaniṣad por ejemplo y, con matiz filosófico, en la triple división que presenta el shivaísmo del poder de Śiva: icchā («voluntad»), kriyā («creación») y jñāna («conocimiento»). Asimismo, Patañjali en su Yogasūtra (2.18) dice que la naturaleza del guṇa rajas (la cualidad dinámica de la materia) es la «actividad» (kriyā).
Por otro lado, en el contexto litúrgico el término kriyā significa «rito, ceremonia, sacrificio» y esta acepción aparece, por ejemplo, en antiguos textos que describen rituales védicos, en Bhagavad Gītā (2.43) o en escrituras tántricas medievales.
Una tercera acepción que nos interesa es kriyā como «práctica», en contraste con la teoría, como apunta el diccionario de Òscar Pujol.
De hecho, cuando estudiamos el Yogasūtra de Patañjali (2.1) encontramos un método que, aunque no siempre bien entendido, tiene relación con esta acepción: kriyāyoga. Una traducción aceptada sería «yoga de la acción» (diferente del famoso karmayoga que enseña Śrī Kṛṣṇa en Bhagavad Gītā) o «yoga práctico» en el sentido que, como se entiende tradicionalmente, incluye disciplinas para el uso del cuerpo físico, del intelecto, del habla y de las emociones (tapas, svādhyāya e īśvarapraṇidhāna).
Si seguimos analizando los textos de forma cronológica, veremos que la Haṭha Pradīpikā -respetado manual del siglo 15- es el primer texto que habla de «seis acciones» (ṣaṭkarmāṇi) de purificación para el cuerpo físico y preparación para el prāṇāyāma.
En la actualidad, estas técnicas de mantenimiento, que incluyen enemas, lavados nasales o limpiezas intestinales, se conocen popularmente en haṭha yoga como kriyas, lo cual es curioso si nos basamos en el texto original, donde se las nombra una decena de veces como karmas. Solo una vez, al explicar la técnica de naulī, el autor dice haṭhakriyā (HP, 2.36), es decir «esta práctica de haṭha».
A partir de 1920, el maestro Paramahansa Yogananda (1893-1952) popularizó el término kriyā yoga en occidente e inició a miles de personas en esa «ciencia antigua» que, según sus palabras, es la misma técnica que enseñó Patañjali con el nombre kriyāyoga y a la que también hace referencia Śrī Kṛṣṇa en Bhavagad Gītā cuando nombra el control de la energía vital a través de la respiración (versos 4.29 y 5.27).
Tal como explica Yogananda en su Autobiografía de un yogui, kriyā yoga «es un simple método psicofisiológico por medio del cual la sangre humana se libera del anhidrido carbónico y recibe una cantidad suplementaria de oxígeno. Los átomos de este oxígeno adicional son transmutados en energía vital, la cual rejuvenece el cerebro y los centros de la médula espinal».
En esta definición, centrada en la relación entre respiración y energía vital, vemos el modelo más generalizado de la palabra kriyā tal como nos llega en la actualidad.
En una línea similar, en los años 1970, el método Kundalini Yoga, creado por Yogi Bhajan, se hizo conocido no sólo por sus mantras y sus turbantes sino por sus llamadas kriyas -algunas muy llamativas como sostener los brazos en alto o realizar movimientos repetitivos durante varios minutos- que se definen como «una serie de posturas, respiración y sonido que trabajan hacia un resultado específico».
De hecho, en el uso generalizado actual, ese resultado específico, tiene que ver con mover o activar la energía vital o prāṇa. A diferencia del uso que hace el haṭha yoga medieval, en que las kriyas de limpieza física son prerrequisitos para el prāṇāyāma, especialmente en casos de practicantes con una «constitución débil» o con sus doṣa («humores») desequilibrados.
En nuestros días, el místico contemporáneo Sadhguru dice que, básicamente, kriyā significa «acción interna» que implica «cierto dominio con tu energía». Regresando a la distinción terminológica, agrega que la palabra karma refiere a la «actividad externa que te ata», mientras que kriyā es la «actividad interna que te libera».
Como conclusión, podemos repetir que, en el uso actual más divulgado, una kriyā es un tipo de ejercicio o técnica que conjuga respiración y concentración mental (en algunos casos, también mudrā o movimiento externo) para movilizar o activar la energía vital.
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