Hijo de Vecino

Las enseñanzas secretas del yoga y el ejemplo de Rāmānuja

La tradición espiritual hindú se ha caracterizado históricamente por transmitir el conocimiento con fidelidad a sus orígenes y cara a cara. Por ello la relación personal del estudiante con el guru es tan importante y, por consecuencia, se pretende que el aspirante esté capacitado para recibir las enseñanzas; es decir que tenga mucho anhelo espiritual, paciencia, obediencia al maestro, disciplina… Está lleno de historias de estudiantes que debieron limpiar la casa del maestro por años hasta que, finalmente, éste les dio una enseñanza explícita.
Como dice el estudioso español José Antonio Offroy Arranz, «en la tradición india, el conocimiento es un bien que se merece y conquista, no un derecho que tienen todos los hombres por igual, a modo de como se entiende en el mundo moderno».
En ámbitos específicos como el Haṭha yoga o el Tantra este secretismo es más pronunciado, pues las enseñanzas implicadas suelen ser exigentes para el cuerpo y la mente y deben ser impartidas por un maestro cualificado, so riesgo de hacerse daño si uno actúa de forma autodidacta.
Como muestra del carácter esotérico de la enseñanza yóguica, baste esta cita de la Haṭha Yoga Pradīpikā, el manual conservado más importante sobre Haṭha yoga:

«La ciencia del haṭha debe ser mantenida en total secreto por el yogui que desee el éxito /
Es poderosa cuando se oculta pero impotente cuando se divulga // (I.11)


En estos tiempos de Internet, sociedad de la información y globalización es claro que el rasgo secreto del yoga y la filosofía espiritual en general se diluye. Cualquier texto que antes se pasaba oralmente de maestro a discípulo, ahora puede ser leído online y, además, con el comentario adjunto de grandes sabios o de cualquier hijo de vecino, indistintamente. Mantras sagrados que antes sólo se murmuraban en la oreja derecha de un iniciado, ahora aparecen cantados abiertamente en YouTube, a veces con música bailable de fondo. Posturas físicas de profunda implicancia energética ahora son practicadas de manera descontextualizada sobre tablas de surf, tablados flamencos o trapecios. Y así podríamos seguir…
¿Todo esto es bueno o malo? ¿Ha perdido el yoga su sacralidad al difundirse? ¿Hay todavía algo secreto en estas enseñanzas? Me gusta el enfoque del ya citado Offroy Arranz:
«El carácter secreto del yoga sigue estando vigente aún hoy en día. Cabe distinguir entre ‘información’, a la cual se puede acceder de manera casi ilimitada, y ‘conocimiento’ (vidyā), cuyo acceso está tan restringido hoy como siempre lo ha estado. Información y conocimiento son de naturalezas completamente diferentes, y su confusión resulta la causa principal de una mala interpretación de un texto tradicional. Actualmente, casi todo el mundo podría tener acceso a la lectura de los textos tradicionales o una de sus traducciones. De todos los que tendrían acceso a la lectura, verdaderamente muy pocos se interesarán por la obra, y de esos, otros pocos la leerán. De esos escasos lectores, alguno será practicante de yoga. Y de esos practicantes, quizá alguno llegue a comprender su contenido.
De esta manera, se puede entender que la restricción de este tipo de textos sigue siendo la misma que cuando fueron redactados por primera vez. La única diferencia es que tradicionalmente se evitaban las lecturas inapropiadas a través del secretismo, y en el mundo moderno, el libre acceso a la información propicia que algunos confundan ‘información’ con ‘conocimiento’. Más allá de esas distinciones, el conocimiento verdadero sigue estando protegido como siempre lo estuvo».

Es decir, sólo el aspirante que esté cualificado y anhelante de espiritualidad tendrá acceso al conocimiento genuino y podrán utilizarlo para modificar su vida. Los demás sólo se quedarán en la superficie, llena de palabras vacías y pretendidas experiencias místicas. De hecho, en el resto de la vida pasa igual. Ahora todos sabemos – «porque yo no soy tonto» – que las entidades bancarias son especuladoras y que los grandes banqueros saquean el mundo por sus interés personales, y orgullosamente decimos «a mí no me engañan». Pero, ¿cuántas personas dejan de tener cuenta o tarjeta en alguno de esos bancos, a pesar de su consabido ruin accionar?
Tener información puede dar cierto poder, pero si no lo utilizas para cambiar tu vida en el plano práctico es apenas una anécdota más para la charla de sobremesa.
Ante esta situación, ahora viene otra pregunta: ¿Es bueno divulgar las enseñanzas espirituales? ¿O es mejor guardárselas para quienes las «merecen»? Sé que hay profesores de yoga, por ejemplo, que no enseñan la postura sobre la cabeza (śīrṣāsana) porque temen que si un estudiante se lesiona intentándola, les pueda poner una demanda. También, en el otro lado, hay profesores que el primer día ya les hablan de bandhas y cakras (chakras) a los alumnos principiantes.
Es verdad que cada maestro tiene su estilo y, también, que cada linaje tiene un método diferente, así que sería simplista emitir juicios de valor fuera de contexto. Yo creo que, además de ser fiel al propio linaje, hay que usar la discriminación y esforzarse por ser generoso y compasivo con los estudiantes, de la misma forma que lo son todos los grandes maestros que conocemos. Hablando de grandes maestros, hay una frase de Sri Dharma Mittra que resume lo que siento sobre este tema:

«Compartir conocimiento espiritual es la forma más grande de caridad».

Sri Dharma Mittra haciendo caridad…

La caridad al compartir conocimiento espiritual tiene uno de sus grandes ejemplos en una famosa historia de Rāmānujācārya (Ramanujacharya), el gran santo vaiṣṇava (váishnava) del siglo XII que vivió en el sur de la India. La historia, tal como la comparto a continuación, es un fragmento del libro Vida y enseñanzas de Ramanujacharya a cargo del sacerdote hindú Krishna Kripa Dasa (incluyendo bellas ilustraciones del devoto Hari Dasa) y que es la primera biografía del santo publicada en español:
«Siguiendo las instrucciones de su guru, Rāmānuja fue a ver al gran erudito Goṣṭhīpūrṇa para aprender plenamente el significado de los mantras védicos. Ya en presencia de aquel famoso devoto, le ofreció reverencias y le rogó que le otorgase el mantra vaiṣṇavaGoṣṭhīpūrṇa, sin embargo, se mostró reacio a entregar el mantra secreto, y respondió: «Puedes volver otro día, y yo consideraré tu petición». Rāmānuja se desanimó mucho ante esta respuesta, y con el corazón apenado regresó a su pueblo.
Una y otra vez, Rāmānuja se dirigió al erudito, pero Goṣṭhīpūrṇa rehusó acceder a su petición. Cuando sus súplicas fueron denegadas en dieciocho diferentes ocasiones, Rāmānuja comenzó a pensar que debía haber alguna gran impureza en su corazón, y que ésta era la razón por la cual Goṣṭhīpūrṇa no le concedía su misericordia. En medio de esta aflicción, Rāmānuja comenzó a derramar lágrimas de desesperación.
Cuando algunas personas informaron a Goṣṭhīpūrṇa de la condición de Rāmānuja, sintió lástima por el joven devoto. Así pues, cuando Rāmānuja fue a verle de nuevo, le habló de una forma muy amable: «Sólo el Señor Viṣṇu (Vishnu) es consciente de las glorias de este mantra. Ahora, sé que tú eres digno de recibirlo, debido a tu pureza y firme devoción al Señor. Nunca había encontrado a nadie, excepto tú, que fuese apto para recibir este mantra, porque cualquiera que lo cante es seguro que irá a Vaikuṇṭha (el cielo de Viṣṇu) en el momento de la muerte. Puesto que este mantra es muy puro y sagrado, no debe ser tocado por los labios de alguien que tenga deseos materiales. Por lo tanto, no debes revelarle este mantra a ninguna otra persona».
Tras instruir así a Rāmānuja, Goṣṭhīpūrṇa le inició en el canto del mantra de ocho sílabas. Rāmānuja se llenó de éxtasis al cantar esta maravillosa vibración y su rostro comenzó a brillar con refulgencia espiritual. Se consideró el más afortunado de todos los seres, y, una y otra vez, se postró a los pies del guru.

Después de dejar a Śrī Goṣṭhīpūrṇa, Rāmānuja, muy alegre, emprendió el regreso a su pueblo. Pero mientras caminaba comenzó a pensar en la potencia del mantra que había recibido. Mientras pensaba así, sintió gran compasión por todos los seres que sufren en este mundo material. Así pues, mientras caminaba cerca de los muros del templo, comenzó a llamar a todas las personas que pasaban por allí: «¡Por favor!, ¡venid aquí todos y yo os daré una joya de valor incalculable!».
Atraídos por la pureza de su expresión y sus palabras poco comunes, una gran multitud de hombres, mujeres y niños comenzó a seguirle. Por todo el pueblo comenzó a propagarse el rumor de que había aparecido un profeta capaz de satisfacer los deseos de todos. En poco tiempo, una gran multitud se había reunido en el exterior del templo. Al ver aquella gran cantidad de personas, el corazón de Rāmānuja se llenó de júbilo y trepó a la torre del templo. Con una voz muy alta, se dirigió a la multitud: «Todos vosotros sois más queridos para mí que mi propia vida. Por lo tanto, tengo un gran deseo de liberaros de los tormentos y sufrimientos que todos hemos de padecer en este mundo temporal. Por favor, recitad este mantra que he obtenido para vosotros. Haced esto, y la misericordia de Dios se derramará sobre vosotros».
Entonces, Rāmānuja proclamó con una voz resonante el mantra que acababa de recibir de Goṣṭhīpūrṇa. Inmediatamente, la multitud respondió recitando a su vez las palabras sagradas, produciendo un ruido semejante al de un trueno. Dos veces más Rāmānuja recitó el mantra, y dos veces más, la estruendosa respuesta resonó desde la multitud. Todos quedaron en silencio, mirándose unos a otros con sentimientos de gran éxtasis en sus corazones.
Mientras la alegre multitud se dispersaba, Rāmānuja bajó de la torre y comenzó a caminar hacia la residencia de Goṣṭhīpūrṇa para adorar a su guru. Para entonces, Goṣṭhīpūrṇa había oído con todo detalle lo que había ocurrido en la plaza del templo y estaba extremadamente enfadado, sintiendo que Rāmānuja había traicionado su confianza. Cuando Rāmānuja se acercó a él, el anciano maestro le dijo con una voz temblorosa debido a la ira: «¡Vete de mi vista, tú, el más bajo de los hombres! He cometido un gran pecado al confiar la gema más preciosa a una persona indigna de confianza como tú. ¿Por qué has regresado aquí de nuevo, forzándome a cometer el pecado de mirar tu cara? Sin duda, estás destinado a vivir en el infierno por incontables vidas».
Sin ningún tipo de remordimiento, Rāmānuja respondió a su guru de la forma más humilde, diciendo: «Sólo porque estoy dispuesto a sufrir en el infierno he desafiado tu orden. Tú me dijiste que quienquiera que cantase el mantra de ocho sílabas sería liberado con toda certeza. Así pues, según tus palabras, ahora muchas personas han sido destinadas a encontrar refugio en los pies de loto de Nārāyaṇa (Naráyana, otro nombre de Viṣṇu). Si una persona insignificante como yo ha de ir al infierno, eso no tiene mucha importancia, si tantos otros van a alcanzar la misericordia del Señor Nārāyaṇa».
Al oír estas palabras, que revelaban plenamente la profundidad de la compasión del devoto, Goṣṭhīpūrṇa se sintió completamente atónito y lleno de admiración. Toda su ira desapareció en un instante, tal como pasa una violenta tempestad, y abrazó a Rāmānuja con profundo afecto».

La historia es hermosa e inspiradora, ¿verdad? Ahora me imagino que quieren saber cuál era el redentor mantra que compartió Rāmānujācārya con el pueblo. Por un momento me vi tentado a dejarlo para el post de la semana que viene, pero eso sería incoherente con todo lo anterior, así que, confirmando la viñeta de arriba, aquí va:

om namo nārāyaṇāya

Eso sí, para el próximo post dejo la traducción y una explicación más detallada. El conocimiento espiritual hay que compartirlo, claro, pero en raciones pequeñas se saborea mejor.

2 comentarios en “Las enseñanzas secretas del yoga y el ejemplo de Rāmānuja”

  1. El problema del que hablas está claramente expuesto en el post: revelas el mantra que, después de tantos esfuerzos, recibió Ramanuja; todos pueden leerlo. Pero esto no tiene ningún valor: el mantra sólo es realmente un mantra cuando lo recibes de un maestro. No es lo mismo leer una cosa en un libro que recibir la misma cosa como enseñanza de un maestro. Al final, sólo los adhikaris (las personas cualificadas) se benefician de las enseñanzas; leer información en libros tiene utilidad como parte del proceso de maduramiento.
    Me gustan mucho las palabras de J.A. Offroy Arranz.

    Responder
  2. En el libro Nº 3 de «Premananda Satsang» Swami Premananda habla del » hambre espiritual», si nos ofrecen ricos platos y no tenemos hambre, será dificil poder comerlo.- Lo mismo pasa con las enseñanzas espirituales, pueden ofrecernos deliciosas enseñanzas pero si no tenemos hambre, todo quedará en información y no se transformará en conocimiento.-

    Responder

Deja un comentario

Un post sobre el término sánscrito kriyā en base a su etimología, sus usos frecuentes, sus referencias textuales y su aplicación actual.

El otro día utilicé el traductor de Google para traducir un texto sobre meditación, del inglés al español. De hecho, estoy sorprendido con lo buena que es esa herramienta online, aunque no es perfecta. Cuando en inglés decía attachments in meditation -o sea, «apegos en meditación»-, la traducción fue «archivos adjuntos en la meditación», que es una acepción posible pero inadecuada en el contexto del párrafo que yo estaba traduciendo. La falla del traductor radicó en desconocer el contexto del texto.

 

De forma similar, con los términos sánscritos, sobre todo si son muy genéricos, nos encontramos con frecuentes malentendidos de traducción, justamente por falta de información contextual.

 

La ubicua palabra kriyā es uno de esos ejemplos paradigmáticos, que hoy venimos a diseccionar, analizar y, ojalá, comprender mejor.  

 

Para empezar, el diccionario nos da la definición básica de kriyā como «acción, acto, actividad, tarea…» y es prácticamente un sinónimo de otra famosa palabra sánscrita: karman.

 

Este uso ya aparece en textos védicos como Upaniṣad por ejemplo y, con matiz filosófico, en la triple división que presenta el shivaísmo del poder de Śiva: icchā («voluntad»), kriyā («creación») y jñāna («conocimiento»). Asimismo, Patañjali en su Yogasūtra (2.18) dice que la naturaleza del guṇa rajas (la cualidad dinámica de la materia) es la «actividad» (kriyā).

 

Por otro lado, en el contexto litúrgico el término kriyā significa «rito, ceremonia, sacrificio» y esta acepción aparece, por ejemplo, en antiguos textos que describen rituales védicos, en Bhagavad Gītā (2.43) o en escrituras tántricas medievales.  

 

Una tercera acepción que nos interesa es kriyā como «práctica», en contraste con la teoría, como apunta el diccionario de Òscar Pujol.

 

De hecho, cuando estudiamos el Yogasūtra de Patañjali (2.1) encontramos un método que, aunque no siempre bien entendido, tiene relación con esta acepción: kriyāyoga. Una traducción aceptada sería «yoga de la acción» (diferente del famoso karmayoga que enseña Śrī Kṛṣṇa en Bhagavad Gītā) o «yoga práctico» en el sentido que, como se entiende tradicionalmente, incluye disciplinas para el uso del cuerpo físico, del intelecto, del habla y de las emociones (tapas, svādhyāya e īśvarapraṇidhāna).

 

Si seguimos analizando los textos de forma cronológica, veremos que la Haṭha Pradīpikā -respetado manual del siglo 15- es el primer texto que habla de «seis acciones» (ṣaṭkarmāṇi) de purificación para el cuerpo físico y preparación para el prāṇāyāma.

 

En la actualidad, estas técnicas de mantenimiento, que incluyen enemas, lavados nasales o limpiezas intestinales, se conocen popularmente en haṭha yoga como kriyas, lo cual es curioso si nos basamos en el texto original, donde se las nombra una decena de veces como karmas. Solo una vez, al explicar la técnica de naulī, el autor dice haṭhakriyā (HP, 2.36), es decir «esta práctica de haṭha».

 

A partir de 1920, el maestro Paramahansa Yogananda (1893-1952) popularizó el término kriyā yoga en occidente e inició a miles de personas en esa «ciencia antigua» que, según sus palabras, es la misma técnica que enseñó Patañjali con el nombre kriyāyoga y a la que también hace referencia Śrī Kṛṣṇa en Bhavagad Gītā cuando nombra el control de la energía vital a través de la respiración (versos 4.29 y 5.27).

 

Tal como explica Yogananda en su Autobiografía de un yogui, kriyā yoga «es un simple método psicofisiológico por medio del cual la sangre humana se libera del anhidrido carbónico y recibe una cantidad suplementaria de oxígeno. Los átomos de este oxígeno adicional son transmutados en energía vital, la cual rejuvenece el cerebro y los centros de la médula espinal».

 

En esta definición, centrada en la relación entre respiración y energía vital, vemos el modelo más generalizado de la palabra kriyā tal como nos llega en la actualidad.

 

En una línea similar, en los años 1970, el método Kundalini Yoga, creado por Yogi Bhajan, se hizo conocido no sólo por sus mantras y sus turbantes sino por sus llamadas kriyas -algunas muy llamativas como sostener los brazos en alto o realizar movimientos repetitivos durante varios minutos- que se definen como «una serie de posturas, respiración y sonido que trabajan hacia un resultado específico». 

 

De hecho, en el uso generalizado actual, ese resultado específico, tiene que ver con mover o activar la energía vital o prāṇa. A diferencia del uso que hace el haṭha yoga medieval, en que las kriyas de limpieza física son prerrequisitos para el prāṇāyāma, especialmente en casos de practicantes con una «constitución débil» o con sus doṣa («humores») desequilibrados.

 

En nuestros días, el místico contemporáneo Sadhguru dice que, básicamente, kriyā significa «acción interna» que implica «cierto dominio con tu energía». Regresando a la distinción terminológica, agrega que la palabra karma refiere a la «actividad externa que te ata», mientras que kriyā es la «actividad interna que te libera».

 

Como conclusión, podemos repetir que, en el uso actual más divulgado, una kriyā es un tipo de ejercicio o técnica que conjuga respiración y concentración mental (en algunos casos, también mudrā o movimiento externo) para movilizar o activar la energía vital.

Si te ha gustado este post, te interesará:

Del 3 de octubre 2023 al 27 de enero 2024 · Con Naren Herrero

Convierte la filosofía yóguica en un elemento que comprendes, que aplicas con sabiduría y que, además, eres capaz de transmitir con claridad.

 

Una formación única en que contarás con seguimiento cercano del profesor para guiarte y orientarte con una metodología propia basada en 3 pilares: estudio, proceso pedagógico y proyecto personal tutorizado.

FF_Formacion_filosofia_yoga_imagen
FORMACIÓN DE PROFESORES DE FILOSOFÍA DEL YOGA (100 horas)

De octubre 2023 a enero 2024

La formación en español que te prepara para impartir Filosofía del Yoga de manera profesional