El hinduismo o sanātana dharma no tiene un ‘fundador’ como pasa con otras religiones, aunque lo más parecido a ese rol del profeta primigenio lo desempeñan los antiguos rishis. Se trata de «sabios videntes» que en estados de consciencia trascendental percibieron la Verdad (por ponerle un nombre) y la transmitieron oralmente. Esta sabiduría revelada es la base de las Escrituras sagradas del hinduismo, conocidas como los Veda.
Si bien la Verdad Eterna existe independientemente de la percepción de los rishis, su rol como receptores y transmisores de esa información los convierte en personajes muy respetados e importantes de la tradición hindú. De hecho, la tradición habla de los saptarishis, es decir los «siete sabios» principales, protectores del dharma y pilares del conocimiento.
Como tantas veces sucede en el hinduismo, en que las aparentes ‘contradicciones’ no son debilidades sino diferentes puntos de vista posibles y válidos, los nombres de los saptarishis varían según el texto que se consulte. De hecho, en algunos casos, los siete rishis son equiparados a los «hijos de la mente de Brahmā» (llamados mānasa putra) que son, en realidad, diez.
La cuestión es que, para muchas escuelas, el sabio Nārada (Nārada muni) es considerado uno de los saptarishis, a la vez que también se lo tiene como un mānasa putra.
Un sabio viajero y cantor
Lo que destaca a Nārada muni (muni quiere decir ‘silente‘ y es otra forma de llamar a los sabios, haciendo hincapié en la cualidad de hablar únicamente para el bien universal y cuando es necesario) es que posee la capacidad de viajar por los tres mundos (triloka); es decir, «los planetas celestiales, la Tierra y los planetas inferiores» o más simbólicamente los planos «físico, sutil y causal«.
Quizás sea esta capacidad de tele-transportación, más rápida que la velocidad de la mente, la razón de que Nārada aparezca en diferentes textos y momentos importantes de la tradición hindú. Al menos, ese poder facilita el argumento y no hay que explicar de dónde aparece el sabio.
Y entre algunas de sus grandes apariciones se cuenta la visita que le hizo al poeta Valmiki para inspirarlo a escribir el Rāmāyana; sus consejos en la corte de los Pāndavas en la épica historia del Mahābhārata; o su enseñanza sobre la devoción (bhakti) al sabio Vyāsa en el inicio del Śrīmad Bhāgavatam.
Sobre esto último, el sabio Nārada es un gran divulgador de la bhakti; de hecho, un texto atribuido a su nombre se conoce como Nārada Bhakti Sūtra y versa sobre la eficacia del camino de la devoción para alcanzar la perfección espiritual. En este sentido y siendo la tradición vaishnava de claro enfoque devocional, es normal que Nārada sea especialmente estimado en el vaishnavismo, el cual considera al sabio como un avatāra (encarnación) del mismo dios Vishnu.
La forma en que Nārada difunde el camino del bhakti yoga es, básicamente, cantando las glorias de Dios por los tres mundos. Y para ello hace uso de una vīnā, un instrumento de siete cuerdas (cuatro principales, tres subsidiarias) de la familia del laúd, que es especialmente conocido por estar siempre en las manos de Sarasvatī, la diosa del conocimiento, las artes y la palabra.
Por tanto, si ven (en foto o, Vishnu quiera, en vivo y directo) a un sabio con una vīnā, no cabe duda de que es Nārada.
Karatāla y éxtasis
Si, por exceso de inseguridad, nos entraran dudas de la identidad de ese sabio con una vīnā, entonces hay más indicios que nos confirmarán lo evidente: Nārada lleva en su otra mano un instrumento para llevar el ritmo. ¿Qué instrumento es ese?
Pues el otro día en clase de sánscrito salió el tema y no sabíamos el nombre. Después de investigar descubrí que el nombre sánscrito es karatāla (en hindi khartal) y es un instrumento hecho con estructura de madera y platillos de metal que se toca con una sola mano («una mezcla de pandereta y castañuelas» dijo alguien en clase…).
La palabra karatāla se compone de kara = ‘mano’ y tāla = ‘ritmo’ y puede traducirse como «el ritmo al dar palmas», por lo que es una denominación bastante genérica y, prueba de ello, es que hay más de un instrumento con el mismo nombre.
Puede referir a los pequeños «címbalos» o «platillos» que se tocan con ambas manos; puede referir a láminas de madera muy finas (típicas de la zona de Rajasthan) o, como en el caso de Nārada, a bloques de madera con platillos o cascabeles de metal insertados, siendo un bloque para ser agarrado con el dedo pulgar y otro con el resto de los dedos.
Una vez resuelto el misterio del segundo instrumento musical, si a alguien le quedan dudas sobre la identidad del sabio, basta con mirar su comportamiento. Si está bailando y cantando en éxtasis los nombres de Dios y, además, a su alrededor se congregan devotos embelesados por el «néctar del Divino nombre», entonces uno puede estar seguro de que se ha topado con Nārada muni.
Justamente de esto habla la canción bengalí compuesta por el maestro vaishnava Bhaktivinoda Thakur, titulada Nāradamuni bājāya vīna («el sabio Nārada canta y toca su vīnā«) y muy difundida entre los devotos vaishnavas. En la que es quizás la estrofa más emotiva de las seis que componen la obra, la canción dice:
mādhurī-pūra āsaba pashi’mātāya jagata-jane / keha vā kānde keha vā nāce keha māte mane mane //
O sea (en la traducción inédita de Fernando Giménez Castellà y María Elena Sierra):
«Como si hubieran ingerido pura melosidad embriagadora, (…) todas las personas del Universo, cautivadas, sobrecogidas de éxtasis, / unas lloran de contento, algunas bailan y otras se vuelven completamente locas de alegría en sus mentes //».
Para que el interés que esta canción devocional haya despertado no se quede en el plano intelectual, comparto a continuación una versión al estilo tradicional cantada por Agnidev Prabhu, un señor al que se le siente mucha devoción:
Si esto no es suficiente, hay más versiones de la canción en este enlace.
¡Y que las bendiciones de Nārada muni se hagan presentes en nuestras vidas dándonos mucha devoción por lo Divino!
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