Hijo de Vecino

Oración hindú para bendecir las comidas

Hace unos días estuvimos con Hansika en el darshan de Amma en Granollers y, entre otras muchas cosas, fijé mi atención en la oración sánscrita que, escrita en pancartas colgadas de la pared, presidía la cafetería y el amplio comedor. Se trata, obviamente, de la oración que se dice antes de ingerir una comida, no sólo en la misión de Amma, sino en la tradición hindú en general.
La oración en cuestión no es otra cosa que el mantra 4.24 de la Bhagavad Gītā y dice:

brahmārpanam brahma havir brahmāgnau brahmanā hutam /
brahmaiva tena gantavyam brahmakarma samādhinā //

Una traducción posible y bastante literal (hecha por mí basándome en mis conocimientos y, sobre todo, en otras traducciones) sería:

«Brahman (es) la ofrenda, Brahman (es) la oblación, por Brahman (es) vertida la ofrenda en el fuego de Brahman / Ciertamente, Brahman (es) alcanzado por aquel que está absorto en la acción de Brahman //»

Aclaraciones y relaciones

Brahman es el nombre del Absoluto, que no tiene género, que es imposible de describir, pero que es el sustrato de todo lo que existe. Es el Ser Supremo o, si se quiere, Dios.
La traducción que presento más arriba tiene muchas otras variantes posibles, aunque la idea básica es que «todo es Brahman» y que, para conocerlo (en el sentido de obtener la trascendencia espiritual), hay que ser capaz de verlo en todas las acciones (propias y ajenas). Y una de esas acciones, tan cotidiana, es justamente comer.
¿Por qué si Brahman está en todas las acciones, este verso se utiliza únicamente antes del acto de comer? Dicha relación está basada, al parecer, en el concepto de «las ofrendas del sacrificio», que suelen ser comestibles.
Las ofrendas al fuego hacen referencia al sacrificio tradicional védico (llamado yajña o homa) que consiste en ofrecer «fluidos y granos» al fuego, especialmente mantequilla clarificada (llamada ghī o ghrita). Esta tradición se basa en la idea de que el fuego (Agni) es el intermediario entre los hombres y Dios y, por tanto, se le ofrecen oblaciones como forma de honrar y propiciar a Dios.
Asimismo, se explica que este universo es un gran sacrificio constante en que el Sol se consume para dar la vida a todos los seres y, de la misma forma y muy pertinente para el tema de hoy, todos los alimentos que necesitamos para subsistir son un ofrecimiento diario para el «fuego» de nuestro sistema digestivo.

Patatas y conexión

Dar las gracias (o «bendecir la mesa») antes de comer es una tradición de todas las religiones; e incluso lo realizan personas que no se consideran religiosas (algunas agradecerán a Dios, otros a la vida y otros a la Madre Tierra). La significancia de este ritual es obvia: agradecer por tener un plato de comida, combustible básico de nuestro cuerpo físico.
Asimismo, se considera que al ofrecer el alimento (o cualquier acción) a Dios, éste se vuelve sagrado, lo que se conoce como prasadam, y entonces su ingesta tiene también beneficios espirituales. Este ofrecimiento puede hacerse de forma mental, aunque también es muy usual ofrecer una porción de los alimentos a una imagen de la deidad o guru antes de consumirlos.

Yo, personalmente, no recito el mantra de la Bhagavad Gītā antes de las comidas sino otra oración que aprendí en mi casa y es en español. De todos modos, no es algo que haya hecho toda mi vida. Supongo que tuvo que ver mi primer viaje a la India, una tierra en que la liturgia cotidiana está muy extendida.
Recuerdo que en un largo viaje en tren (de Chennai hacia Bhubaneshwar) coincidí con un muchacho hindú, muy pío, que estaba comiendo patatas fritas de bolsa y antes de ingerir ¡cada patata!, decía un breve mantra de bendición. Eso sí me pareció «estar concentrado en la acción de Brahman«.
Por supuesto, como dice el maestro norteamericano Ram Dass, «los rituales pueden ser cosas rígidas o pueden tener vida» y decir una oración antes de comer puede convertirse en un acto automático, sin contacto con la esencia original.
De cualquier forma, continúa Ram Dass, «con el tiempo, a medida que practicas [la oración], observa como este ritual de bendición se convierte en una declaración viviente de tu conexión con lo Divino, de tu unidad con todo lo manifiesto en el universo».

Ram Dass

Pretender que una acción tan breve y simple como rezar antes de comer nos traiga «conocimiento de Brahman» quizás suene algo ambicioso; de todas maneras, aunque sólo sea un granito más de arena en nuestra práctica, por experiencia personal puedo decir que ese pequeño momento puede ayudar a aquietar la mente y re-conectar con nuestro interior. Y no es poco.

5 comentarios en “Oración hindú para bendecir las comidas”

  1. Muy buenos días.
    Mi nombre es Gema y me encantaría ir al encuentro de Amma este año desde Madrid.
    Me pregunto si a través de este blog podríamos contactar
    más gente con esta intención para compartir el viaje y la experiencia 🙂
    Un graaaan abrazo
    Gema

    Responder

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Un post sobre el término sánscrito kriyā en base a su etimología, sus usos frecuentes, sus referencias textuales y su aplicación actual.

El otro día utilicé el traductor de Google para traducir un texto sobre meditación, del inglés al español. De hecho, estoy sorprendido con lo buena que es esa herramienta online, aunque no es perfecta. Cuando en inglés decía attachments in meditation -o sea, «apegos en meditación»-, la traducción fue «archivos adjuntos en la meditación», que es una acepción posible pero inadecuada en el contexto del párrafo que yo estaba traduciendo. La falla del traductor radicó en desconocer el contexto del texto.

 

De forma similar, con los términos sánscritos, sobre todo si son muy genéricos, nos encontramos con frecuentes malentendidos de traducción, justamente por falta de información contextual.

 

La ubicua palabra kriyā es uno de esos ejemplos paradigmáticos, que hoy venimos a diseccionar, analizar y, ojalá, comprender mejor.  

 

Para empezar, el diccionario nos da la definición básica de kriyā como «acción, acto, actividad, tarea…» y es prácticamente un sinónimo de otra famosa palabra sánscrita: karman.

 

Este uso ya aparece en textos védicos como Upaniṣad por ejemplo y, con matiz filosófico, en la triple división que presenta el shivaísmo del poder de Śiva: icchā («voluntad»), kriyā («creación») y jñāna («conocimiento»). Asimismo, Patañjali en su Yogasūtra (2.18) dice que la naturaleza del guṇa rajas (la cualidad dinámica de la materia) es la «actividad» (kriyā).

 

Por otro lado, en el contexto litúrgico el término kriyā significa «rito, ceremonia, sacrificio» y esta acepción aparece, por ejemplo, en antiguos textos que describen rituales védicos, en Bhagavad Gītā (2.43) o en escrituras tántricas medievales.  

 

Una tercera acepción que nos interesa es kriyā como «práctica», en contraste con la teoría, como apunta el diccionario de Òscar Pujol.

 

De hecho, cuando estudiamos el Yogasūtra de Patañjali (2.1) encontramos un método que, aunque no siempre bien entendido, tiene relación con esta acepción: kriyāyoga. Una traducción aceptada sería «yoga de la acción» (diferente del famoso karmayoga que enseña Śrī Kṛṣṇa en Bhagavad Gītā) o «yoga práctico» en el sentido que, como se entiende tradicionalmente, incluye disciplinas para el uso del cuerpo físico, del intelecto, del habla y de las emociones (tapas, svādhyāya e īśvarapraṇidhāna).

 

Si seguimos analizando los textos de forma cronológica, veremos que la Haṭha Pradīpikā -respetado manual del siglo 15- es el primer texto que habla de «seis acciones» (ṣaṭkarmāṇi) de purificación para el cuerpo físico y preparación para el prāṇāyāma.

 

En la actualidad, estas técnicas de mantenimiento, que incluyen enemas, lavados nasales o limpiezas intestinales, se conocen popularmente en haṭha yoga como kriyas, lo cual es curioso si nos basamos en el texto original, donde se las nombra una decena de veces como karmas. Solo una vez, al explicar la técnica de naulī, el autor dice haṭhakriyā (HP, 2.36), es decir «esta práctica de haṭha».

 

A partir de 1920, el maestro Paramahansa Yogananda (1893-1952) popularizó el término kriyā yoga en occidente e inició a miles de personas en esa «ciencia antigua» que, según sus palabras, es la misma técnica que enseñó Patañjali con el nombre kriyāyoga y a la que también hace referencia Śrī Kṛṣṇa en Bhavagad Gītā cuando nombra el control de la energía vital a través de la respiración (versos 4.29 y 5.27).

 

Tal como explica Yogananda en su Autobiografía de un yogui, kriyā yoga «es un simple método psicofisiológico por medio del cual la sangre humana se libera del anhidrido carbónico y recibe una cantidad suplementaria de oxígeno. Los átomos de este oxígeno adicional son transmutados en energía vital, la cual rejuvenece el cerebro y los centros de la médula espinal».

 

En esta definición, centrada en la relación entre respiración y energía vital, vemos el modelo más generalizado de la palabra kriyā tal como nos llega en la actualidad.

 

En una línea similar, en los años 1970, el método Kundalini Yoga, creado por Yogi Bhajan, se hizo conocido no sólo por sus mantras y sus turbantes sino por sus llamadas kriyas -algunas muy llamativas como sostener los brazos en alto o realizar movimientos repetitivos durante varios minutos- que se definen como «una serie de posturas, respiración y sonido que trabajan hacia un resultado específico». 

 

De hecho, en el uso generalizado actual, ese resultado específico, tiene que ver con mover o activar la energía vital o prāṇa. A diferencia del uso que hace el haṭha yoga medieval, en que las kriyas de limpieza física son prerrequisitos para el prāṇāyāma, especialmente en casos de practicantes con una «constitución débil» o con sus doṣa («humores») desequilibrados.

 

En nuestros días, el místico contemporáneo Sadhguru dice que, básicamente, kriyā significa «acción interna» que implica «cierto dominio con tu energía». Regresando a la distinción terminológica, agrega que la palabra karma refiere a la «actividad externa que te ata», mientras que kriyā es la «actividad interna que te libera».

 

Como conclusión, podemos repetir que, en el uso actual más divulgado, una kriyā es un tipo de ejercicio o técnica que conjuga respiración y concentración mental (en algunos casos, también mudrā o movimiento externo) para movilizar o activar la energía vital.

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