[1]La semana pasada expliqué algunos de los fundamentos que justifican la realización de rituales como una práctica espiritual basada en la devoción, siendo esto inherente a todas las religiones verdaderas.
Asimismo, expliqué cómo el ritual tradicional hindú llamado abishekam, consistente en el lavado de una imagen sagrada, es un símbolo de las etapas de evolución espiritual por las que han de pasar todas las personas para llegar a lo que se considera la “iluminación” o la realización de la propia y verdadera naturaleza Divina.
También fue dicho que, si bien se considera la adoración externa como el estadio más bajo en el sendero espiritual, al cual le sigue la adoración interna o mental, todos los grandes santos y sabios espirituales están de acuerdo en que se trata de una etapa necesaria para la mayoría de las personas. La naturaleza absoluta e inmanifestada de la Divinidad, sin nombre ni forma, es imposible de entender para el ser humano medio, y por lo tanto los símbolos no son más que soportes para canalizar la fe y la devoción.
Justamente al focalizar la atención en una imagen externa, se logra de manera relativamente sencilla que la mente haga lo que no hace nunca: concentrarse en un único punto durante un período de tiempo más o menos extenso. Un punto que, además, es espiritual, llevando así nuestra energía y pensamientos hacia esferas más elevadas de conciencia, alejadas de nuestros omnipresentes pensamientos mundanos y materiales.
En resumen, el abishekam es un ritual milenario que, gradualmente, nos permite, a través de la adoración de una imagen externa de lo Divino, descubrir la verdadera esencia Divina que yace en nuestro interior.
Preparación
Tratándose de un ritual antiguo es normal encontrar variaciones en su ejecución, aunque éstas sean pequeñas. Es por ello que la versión de abishekam que expongo, junto con su simbología, es la enseñada por Swami Premananda, que es también la que se realiza diariamente en su Ashram del Sur de la India y en todos los Centros de su misión alrededor del mundo.
Pero antes de iniciar el ritual propiamente dicho hace falta una preparación. Ya sea la versión completa que se realiza en el Ashram de la India, o las versiones simples que los devotos pueden realizar a sus estatuas personales, siempre es necesario preparar los elementos e ingredientes del ritual, y también el lugar donde se llevará a cabo.
En cuanto al lugar, ya sea éste un templo, una habitación especial o un pequeño altar personal, las antiguas escrituras de la India dicen que debe estar perfectamente limpio. Esto es puro sentido común, así como uno limpia su casa cuando espera invitados, es correcto hacer lo mismo cuando se adora a lo Divino.
Siguiendo esta línea de “la limpieza exterior repercute en la limpieza interior”, una regla básica es que las personas que preparan y realizan el abishekam estén bañadas y lleven ropas limpias y modestas. Asimismo, se exhorta a que, al menos el día del ritual, se coma sólo comida vegetariana como forma de purificación.
La forma tradicional de la India también indica que, al comenzar la preparación, la persona a cargo del ritual coloque en su frente una marca de vibhuti (ceniza sagrada), pasta de sándalo y kumkum (polvo rojo sagrado).
Cuando, siguiendo estas directrices uno está listo, se pasa a la colocación de los elementos para el ritual, generalmente por tierra, pues el ritual se lleva a cabo, de manera tradicional, sentado en el suelo con las piernas cruzadas.
Kumbam
Más allá del protagonismo principal de la estatua de la deidad, en el abishekam hay otros dos componentes muy importantes que son los utensilios y los ingredientes. Con utensilios me refiero a las vasijas y recipientes en donde se guarda el agua, fundamental en el abishekam, y todos los demás ingredientes que correspondan al ritual.
Se dice que los antiguos santos sabían muy bien cómo transmitir energías espirituales a través de diferentes materiales. A este respecto, ciertos tipos de metal como oro, cobre, bronce y plata se consideran altamente conducentes de la energía espiritual, y por lo tanto es normal que las vasijas sean de alguno de estos materiales, principalmente bronce.
De todas las vasijas que toman parte de un abishekam la más importante es, sin duda, la que se denomina kumbam. Esta vasija representa, por su forma, el cuerpo de la deidad que se está adorando y esa es la razón de que sea tan reverenciada en el ritual.
En realidad, un kumbam es más que una simple vasija, siendo ésta (de nombre sembu) sólo el primer componente del proceso. En el Sur de la India, el primer paso para preparar un kumbam sagrado es envolver con hilo de algodón el sembu, para así detener cualquier energía, aparte de la Divina, que quiera entrar en él.
Luego, el sembu es llenado hasta el borde con agua. Un agua que, en la tradición de la India, representa los ríos sagrados Ganga, Yamuna y Covery. Entonces, se hace una oración a la deidad a la que se está por realizar el ritual, pidiéndole que su energía Divina ingrese en el agua del kumbam, de manera que cuando limpiemos la estatua de metal, su vibración Divina se encuentre dentro del sembu. Sólo después de que el poder Divino de la deidad ha entrado en la vasija se puede lavar la estatua.
Más tarde, una vez lavada la estatua, un punto importante del ritual sucede cuando el agua que está dentro del kumbam es vertida sobre la deidad, de manera que la vibración Divina vuelve a residir en la imagen, que ahora además luce brillante.
Utensilios
La preparación del kumbam (el sembu lleno de agua, más un coco, hojas, flores, una tela alrededor, sándalo y kumkum) es el inicio del abishekam, y el vertido de su agua sobre la deidad se puede considerar como la parte más importante del ritual. Sin embargo, hay muchas otras etapas y pasos que componen el abishekam, y todas ellas están llenas de significado.
El primer utensilio a tener en cuenta es el dipam, que no es otra cosa que una lámpara de aceite desde la cual se encienden todos las otras luces y fuegos del ritual. Como es de suponer, dicha luz representa la destrucción de la oscuridad y la ignorancia para prender la luz Divina en nuestro interior. La luz del dipam debe permanecer encendida durante todo el abishekam, pues si se apaga se considera poco auspicioso.
Siguiendo con la temática de la luz, otro elemento muy importante es el arati. Por un lado, arati es el nombre que recibe la adoración de una imagen a través de fuego o luz. Por ejemplo, las ceremonias de arati al atardecer, a orillas del río Ganges en la ciudad de Varanasi, son una ceremonia clásica.
Por otra parte, arati es el propio utensilio de metal con el que se realiza dicho ritual, cuyo fuego se genera tradicionalmente con alcanfor. Si el arati es simple, entonces tiene lugar para una única llama. Si se trata de un pancharati, entonces comprende cinco llamas. El quemar alcanfor representa que el ego humano se reduce a nada ante la fuerza de la Divinidad.
A este respecto, cada vez que se muestra fuego (es decir se realiza arati) a la deidad, las campanas del ritual deben sonar. El sonido de las campanas (generalmente pequeñas y de mano) ayuda a concentrar la mente y a silenciar los sonidos externos, a la vez que atrae vibraciones positivas y dispersa las negativas. Asimismo, en muchos templos hindúes hay campanas colgadas en las entradas, para que los devotos puedan sonarlas a su llegada, de manera auspiciosa.
Ingredientes
Había dicho que además de los utensilios, hay un componente importante del abishekam que son los ingredientes. Una vez que comienza el baño de la deidad propiamente dicho, se utilizan varios elementos que son vertidos sobre ella, además del agua. A esto es lo que me refiero con ingredientes.
La primer sustancia en verterse en todo ritual es el polvo de cúrcuma (generalmente mezclado con agua), que es extraído de una raíz amarilla y fragante de la misma familia que el jengibre. La cúrcuma representa auspiciosidad, además de ser un desinfectante y purificador apto para la primera etapa del lavado en que, simbólicamente, quitamos nuestras tendencias negativas.
El siguiente elemento es la fruta de lima, que se considera dadora de pureza y paz mental. En el abishekam se vierte jugo de lima sobre la deidad, y luego con uno de sus trozos se frota la estatua para darle brillo. Para ayudar en esta tarea, también se vierte vibhuti, la ceniza sagrada que nos recuerda la naturaleza temporal del cuerpo y nuestra verdadera esencia Divina.
Una vez que la estatua adquiere mayor brillo, símbolo de nuestra purificación interior, se vierte el panchamritam, un alimento hecho de cinco elementos dulces, siendo en la India generalmente banana, miel, azúcar morena, dátiles y azúcar cande. Este el primer paso hacia la adquisición simbólica de cualidades espirituales, segunda etapa del ritual.
Acto seguido se vierte leche sobre la deidad, evidentemente un símbolo de pureza. Se dice que nuestras mentes deberían volverse tan inmaculadas como la leche. El siguiente ingrediente es el polvo rojo llamado kumkum (hecho con lima y cúrcuma), que es derramado como signo de buena fortuna. Luego, se realiza el vertido de agua de rosas, cuyo perfume simboliza la fragancia que emana de las personas iluminadas espiritualmente a medida que la “flor de la mente” se abre a energías Divinas.
Por regla general, después de cada uno de los elementos enumerados se vierte agua limpia sobre la deidad para así dejarla lista para el siguiente paso. Luego del agua de rosas, se vierte el agua del kumbam que, como ya dije, representa el retorno de la energía de la Divinidad a la estatua.
Salón de belleza
Con el vertido del agua sagrada del kumbam se acaba la sección hídrica del ritual, para ahora pasar al sector en que se decora a la deidad, tercer paso, que representa la preparación final para regresar a nuestra esencia Divina.
Lo primero es el incienso con el que se perfuma la atmósfera y la deidad. Luego, se la adorna con marcas de pasta de sándalo (que tiene propiedades de calmar la mente) y kumkum, en la frente, manos y pies.
Entonces se viste a la deidad con ropas limpias que simbolizan que uno se está ataviando de pureza y conocimiento Divino. Lo siguiente es decorar la deidad con guirnaldas hechas de flores y hojas (o también con flores sueltas) El simbolismo es que así como ofrecemos las flores, debemos ofrecernos a Dios. Asimismo, como las flores, deberíamos abrir nuestro corazón al amor Divino y dar nuestra fragancia al mundo.
Uno de los últimos pasos es la rotura de un coco en dos mitades para colocarlo en una vasija especial con forma de copa, llamada kalanji. La cáscara exterior del coco representa el ego, que es difícil de destruir. La carne blanca y blanda del interior, en cambio, representa la pureza total de la mente después de la destrucción del pertinaz ego.
El coco partido se coloca en la copa junto con un banana, flores, más una hoja y una nuez de la planta de betel que sirve para purificar la boca. Esto es para recordarnos que siempre deberíamos hablar de forma amable y sin criticar a los demás.
Finalmente, a la deidad se le ofrece comida y agua representando el festín Divino de energía espiritual en el que hemos participado. Esta comida ofrecida a la deidad se conoce como prasadam, esperándose que sea aceptada por ella de una manera sutil, y por ende quede bendecida. Por ello, el prasadam debe ser preparado con cuidado y devoción, sin ser probado de antemano, ya que la deidad es quien primero ha de recibir la ofrenda. Una vez ofrecido a la deidad, entonces ese alimento bendecido puede ser distribuido entre los presentes, si los hubiera, o ser comido por uno mismo.
Síes y Noes
Hablando de reglas a seguir, puede ser importante conocer en breve lo que se puede y, sobre todo, lo que no se puede hacer en este tipo de rituales. Ya hemos hablado de que el sitio para la ceremonia debe estar limpio, la persona a cargo bañada, con ropas limpias y acordes a la ocasión (no quemadas, ni rotas, como tampoco vestimentas ajustadas o transparentes).
Asimismo, es recomendable meditar durante algunos minutos antes de comenzar el ritual y no hacerlo de manera abrupta. Otro detalle es que no es correcto hablar innecesariamente durante la preparación y la ejecución del abishekam, como tampoco reírse mientas se realiza el ritual, pues se considera falta de respeto.
Por otra parte, durante el abishekam hay una serie de mantras y oraciones que deben ser repetidos en voz alta, en un orden establecido. La persona a cargo del ritual debería conocer estas oraciones sagradas y ser capaz de repetirlas.
En cuanto a las lámparas, luces, y aratis se considera incorrecto apagarlos con el aliento, y por ende se usan las manos, hojas o utensilios especiales para el caso. También siguiendo las escrituras antiguas, sólo se utiliza la mano derecha para ofrecer los elementos.
Variaciones
Los pasos y detalles que estoy explicando son quizás los más destacados, pero para nada son la totalidad. Si uno quiere realizar un abishekam al estilo tradicional hindú el proceso es complejo, al menos hasta aprender todos los aspectos, los cuales corresponden a una herencia milenaria y no son improvisados.
De todos modos, dependiendo el caso puede haber variaciones del ritual original. Esto puede deberse a decisiones personales o a la imposibilidad de cumplir con todos los requisitos prescritos. Por ejemplo, en Argentina no siempre es fácil encontrar cocos frescos y, por lo tanto, en los Centros Sri Premananda de allí se utilizan manzanas como reemplazo.
Como otro ejemplo, el humo que genera el alcanfor utilizado para las llamas de los aratis mancha muy velozmente las paredes y techos de la habitación donde se utilice. Como reemplazo es normal que en Occidente se usen mechas hechas de algodón y ghi, o manteca clarificada.

A este respecto, Swami Premananda dice “no es equivocado cambiar el procedimiento del ritual para así adaptarlo al país donde éste se realiza… Si los elementos (coco, hoja de betel, pasta de sándalo…) están disponibles, entonces úsalos. Si no están disponibles no es un problema. Incluso si no hay nada disponible, con las manos vacías puedes ofrecer aire y realizar abishekams. Simplemente haz los movimientos con tus manos o hazlo en tu mente”.
De hecho, yo una vez realicé esta versión sin nada y me gustó, aunque requiere mucha atención, por supuesto, pues no hay nada material o tangible a lo que asirse. Actualmente, y desde hace años, le hago una versión simplificada del abishekam a mi pequeña estatua de Ganesha. Aunque hay ocasiones, en viajes por ejemplo, en que debo reducir más la versión por cuestiones prácticas. Nada de que preocuparse, ya lo dice Swami: “Es el estado de tu mente lo que es de suma importancia”.
Swami también dice, “El objetivo de la espiritualidad es realizar y saber verdaderamente que Dios existe en todos. Esta es la meta final de la disciplina del Abishekam”.
Y basándome en esas palabras, es que no tengo dudas en la utilidad que tiene para mí el hacer rituales, aunque para algunos pueda parecer que es como jugar a las muñecas; pues creo entender que el abishekam es una herramienta, un símbolo, para ver a Dios hasta en un pedazo de piedra y, sobre todo, quizás más difícil, también en mi interior.
[1] Utilizando como fuente principal el libro “Pujas and Prayers of Sri Premananda Ashram”.
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Muy buenos todos los detalles. A veces nuestra mente se resiste a presenciar y disfrutar cosas nuevas; sobre todo si hay algo» religioso». Vale la pena presenciar un Abishekam, aunque sea con la actitud de estar viendo una práctica tradicional de otra cultura y experimentar por sí mismo. Jai Prema Shanti