Hijo de Vecino

Bolitas de coco para el día de Ganesha

Para honrar a Ganesha se le pueden hacer múltiples ofrendas. Una de ellas son las bolitas dulces de coco cuya receta te explico aquí.

Ganesha (Gaṇeśa), el popular dios con cabeza de elefante, es muy goloso porque su cuerpo humano es, específicamente, el cuerpo de un niño y, como todos sabemos, los niños aman los dulces. La prominente barriga de Gaṇeśa es, en parte, resultado de comer tantos dulces, pero más bien es la natural estructura anatómica de un niño que todavía no ha pegado el “estirón”.

 

Al mismo tiempo, a su amor por las golosinas se le suma su compasión hacia sus devotos, por lo que él nunca rechaza las ofrendas que recibe, que son muchas y, naturalmente, muy dulces, incluidas las frutas, de las cuales tiene varias favoritas.

 

Entrando en lo simbólico, el epíteto Lambodara, que significa “barrigón”, refiere a que toda la manifestación cósmica está contenida en Gaṇeśa, ya que él es la deidad que se adora antes de comenzar cualquier actividad y está directamente relacionado con la primigenia sílaba AUM (o OM), la vibración sonora que manifiesta el universo. Para sus devotos, Gaṇeśa es el Absoluto, el Dios Supremo, la causa primera de creación y quien sostiene el universo (viśvādhāra).

 

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En esta misma línea, Gaṇeśa está relacionado con el kumbha o kalaśa (kalasha), que es una vasija que mitológicamente está llena del néctar de la inmortalidad y que, a nivel litúrgico, se llena con agua (idealmente de los ríos sagrados) y se puede envolver con hilo de algodón o decorar con pasta de sándalo, polvo de kuṅkuma, hojas, telas y generalmente con un coco en su apertura. De esta forma, el cántaro es un símbolo del cuerpo de Gaṇeśa, que contienen todo el mundo manifestado y que, a la vez, representa prosperidad material y espiritual.

 

Todo esto es para decir que cada año se celebra Gaṇeśa Caturthī (Ganesha Chaturthi), es decir el día anual en honor a Gaṇeśa, o como le decimos a nuestras hijas, “el cumpleaños de Gaṇeśa”. Este día cae siempre en el cuarto día de luna creciente del mes hindú de Bhādrapada, es decir agosto o septiembre según las lunas de cada año. Para celebrarlo es tradicional hacer una pūjā o ritual a una imagen de la deidad. Hay muchos tipos de rituales y, para los interesados, hace tiempo ya expliqué un ritual simple aquí.

 

De todos modos, hoy quería centrarme en lo que técnicamente se llama naivedya, que es la ofrenda de alimentos a una deidad. Esta ofrenda debería ser adecuada a la deidad que uno adora e idealmente no es un alimento industrial, empaquetado, sino algo hecho por uno mismo o, al menos, frutas. Como es un alimento pensado para lo Divino debe ser lo más puro y sano posible y, como signo de respeto, no debe ser probado por uno mismo hasta haber sido ofrecido a la deidad. Una vez ofrecido, este alimento se convierte en prasāda, es decir alimento consagrado o bendecido que el devoto puede ingerir con deleite.

 

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Como hablamos de Gaṇeśa, lo ideal (aparte de frutas) son los dulces y especialmente Gaṇeśa tiene debilidad por las bolitas de coco, que tienen muchas variantes, desde los llamados modakam tradicionales del sur de la India (y bastante complejos de preparar), hasta los más populares laḍḍus, que son bolitas dulces hechas con diferentes ingredientes, especialmente leche de vaca.

 

En nuestra casa, donde la dieta es vegetariana/vegana con muy poca leche de vaca, hace unos años que descubrimos, en este libro, una receta de bolitas de coco vegana muy fácil y rápida de hacer, bastante sabrosa y aceptablemente sana.

 

Con las modificaciones que nosotros hemos incorporado comparto la receta:
Ingredientes (para unas 20-25 bolitas medianas):

1 taza de coco rallado
½ taza de harina de almendra (si no tienes harina puedes triturar las almendras enteras)
½ taza de avena triturada
¼ taza de aceite de coco
¼ taza de sirope de ágave (u otro endulzante)
¼ de cucharadita de sal
Opcional: Coco rallado para rebozar las bolitas
Opcional: Trocitos de dátiles o de pasas de uva

Preparación (30’ + 2 horas para enfriar):

  1. Si el aceite de coco no está ya líquido (sobre todo si es invierno), lo introducimos en una olla y lo calentamos a baño maría hasta que quede líquido.
  2. En un bol se mezcla el aceite de coco con la taza de coco rallado, la harina de almendra, la avena, el sirope y la pizca de sal hasta obtener una masa bien homogénea y compacta. Si está demasiado pegajosa o líquida agregar harina de avena. Si está muy seca y no cuaja agregar aceite de coco. 
  3. Con la masa y usando las manos damos forma a las bolitas y las rebozamos (o no) con coco rallado.
  4. Como el aceite de coco se endurece con el frío, metemos las bolitas en la nevera durante un par de horas y estarán ideales para servir. Si hace calor las bolitas se ablandan rápidamente.

 

En lo posible, al hacer las bolitas, uno debería repetir un mantra o canto a Gaṇeśa, para que la vibración de la ofrenda sea lo más espiritual posible. Porque si hay algo que a Gaṇeśa le gusta más que las bolitas de coco, eso es la devoción.

 

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Así lucen las bolitas en el libro original…
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Así lucen mis bolitas caseras… que están exquisitas, por cierto

 

Deseo que Gaṇeśa, el Señor de los obstáculos, de los inicios y del conocimiento, se complazca con nuestras ofrendas y que nos guíe otro año más en el dulce camino del amor devocional.

 

¡Jaya Gaṇeśa!

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4 comentarios en “Bolitas de coco para el día de Ganesha”

  1. Hola, no entendiendo muy bien si una vez hechas las bolitas las hay que cocinar en el horno o en una sarten o solo meterlas en la nevera.
    Muchas gracias por la idea para el dia grande de Ganesha mañana! 🙂
    Saludos,
    Esteban

    Responder

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Un post sobre el término sánscrito kriyā en base a su etimología, sus usos frecuentes, sus referencias textuales y su aplicación actual.

El otro día utilicé el traductor de Google para traducir un texto sobre meditación, del inglés al español. De hecho, estoy sorprendido con lo buena que es esa herramienta online, aunque no es perfecta. Cuando en inglés decía attachments in meditation -o sea, «apegos en meditación»-, la traducción fue «archivos adjuntos en la meditación», que es una acepción posible pero inadecuada en el contexto del párrafo que yo estaba traduciendo. La falla del traductor radicó en desconocer el contexto del texto.

 

De forma similar, con los términos sánscritos, sobre todo si son muy genéricos, nos encontramos con frecuentes malentendidos de traducción, justamente por falta de información contextual.

 

La ubicua palabra kriyā es uno de esos ejemplos paradigmáticos, que hoy venimos a diseccionar, analizar y, ojalá, comprender mejor.  

 

Para empezar, el diccionario nos da la definición básica de kriyā como «acción, acto, actividad, tarea…» y es prácticamente un sinónimo de otra famosa palabra sánscrita: karman.

 

Este uso ya aparece en textos védicos como Upaniṣad por ejemplo y, con matiz filosófico, en la triple división que presenta el shivaísmo del poder de Śiva: icchā («voluntad»), kriyā («creación») y jñāna («conocimiento»). Asimismo, Patañjali en su Yogasūtra (2.18) dice que la naturaleza del guṇa rajas (la cualidad dinámica de la materia) es la «actividad» (kriyā).

 

Por otro lado, en el contexto litúrgico el término kriyā significa «rito, ceremonia, sacrificio» y esta acepción aparece, por ejemplo, en antiguos textos que describen rituales védicos, en Bhagavad Gītā (2.43) o en escrituras tántricas medievales.  

 

Una tercera acepción que nos interesa es kriyā como «práctica», en contraste con la teoría, como apunta el diccionario de Òscar Pujol.

 

De hecho, cuando estudiamos el Yogasūtra de Patañjali (2.1) encontramos un método que, aunque no siempre bien entendido, tiene relación con esta acepción: kriyāyoga. Una traducción aceptada sería «yoga de la acción» (diferente del famoso karmayoga que enseña Śrī Kṛṣṇa en Bhagavad Gītā) o «yoga práctico» en el sentido que, como se entiende tradicionalmente, incluye disciplinas para el uso del cuerpo físico, del intelecto, del habla y de las emociones (tapas, svādhyāya e īśvarapraṇidhāna).

 

Si seguimos analizando los textos de forma cronológica, veremos que la Haṭha Pradīpikā -respetado manual del siglo 15- es el primer texto que habla de «seis acciones» (ṣaṭkarmāṇi) de purificación para el cuerpo físico y preparación para el prāṇāyāma.

 

En la actualidad, estas técnicas de mantenimiento, que incluyen enemas, lavados nasales o limpiezas intestinales, se conocen popularmente en haṭha yoga como kriyas, lo cual es curioso si nos basamos en el texto original, donde se las nombra una decena de veces como karmas. Solo una vez, al explicar la técnica de naulī, el autor dice haṭhakriyā (HP, 2.36), es decir «esta práctica de haṭha».

 

A partir de 1920, el maestro Paramahansa Yogananda (1893-1952) popularizó el término kriyā yoga en occidente e inició a miles de personas en esa «ciencia antigua» que, según sus palabras, es la misma técnica que enseñó Patañjali con el nombre kriyāyoga y a la que también hace referencia Śrī Kṛṣṇa en Bhavagad Gītā cuando nombra el control de la energía vital a través de la respiración (versos 4.29 y 5.27).

 

Tal como explica Yogananda en su Autobiografía de un yogui, kriyā yoga «es un simple método psicofisiológico por medio del cual la sangre humana se libera del anhidrido carbónico y recibe una cantidad suplementaria de oxígeno. Los átomos de este oxígeno adicional son transmutados en energía vital, la cual rejuvenece el cerebro y los centros de la médula espinal».

 

En esta definición, centrada en la relación entre respiración y energía vital, vemos el modelo más generalizado de la palabra kriyā tal como nos llega en la actualidad.

 

En una línea similar, en los años 1970, el método Kundalini Yoga, creado por Yogi Bhajan, se hizo conocido no sólo por sus mantras y sus turbantes sino por sus llamadas kriyas -algunas muy llamativas como sostener los brazos en alto o realizar movimientos repetitivos durante varios minutos- que se definen como «una serie de posturas, respiración y sonido que trabajan hacia un resultado específico». 

 

De hecho, en el uso generalizado actual, ese resultado específico, tiene que ver con mover o activar la energía vital o prāṇa. A diferencia del uso que hace el haṭha yoga medieval, en que las kriyas de limpieza física son prerrequisitos para el prāṇāyāma, especialmente en casos de practicantes con una «constitución débil» o con sus doṣa («humores») desequilibrados.

 

En nuestros días, el místico contemporáneo Sadhguru dice que, básicamente, kriyā significa «acción interna» que implica «cierto dominio con tu energía». Regresando a la distinción terminológica, agrega que la palabra karma refiere a la «actividad externa que te ata», mientras que kriyā es la «actividad interna que te libera».

 

Como conclusión, podemos repetir que, en el uso actual más divulgado, una kriyā es un tipo de ejercicio o técnica que conjuga respiración y concentración mental (en algunos casos, también mudrā o movimiento externo) para movilizar o activar la energía vital.

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