Hijo de Vecino

¿Cómo usar una mālā o rosario hindú?

El otro día estaba en un retiro y una persona me preguntó: “¿Qué es ese collar de bolitas que llevan todos?”. Deleitado por el candor de la pregunta, saqué de debajo de mi camiseta mi “collar” y se lo mostré de cerca mientras daba una respuesta breve y popular: “Es un rosario hindú”.
En realidad, el nombre sánscrito de este tradicional elemento hindú es mālā, que puede significar “guirnalda”, “sarta de cuentas” o incluso “collar” pero que en el contexto religioso y espiritual refiere al rosario de cuentas utilizado como ayuda para practicar japa, es decir repetición murmurante o silenciosa de mantras.
En efecto, la palabra japa quiere decir “susurrar, murmurar o emitir en voz baja” y aunque a los diccionarios les gusta hablar de “plegarias” se trata en realidad de mantras, pues la técnica de repetir internamente una fórmula sonora sagrada es una milenaria herramienta para desarrollar la habilidad de focalizar la mente y fomentar la concentración.
A la vez, mantra yoga “se basa en el hecho de que la rítmica repetición del sonido tiene efectos físicos” y especialmente si se trata de mantras que han sido recibidos de un maestro espiritual y que tienen la fuerza de haber sido repetidos por un linaje y por miles de personas previamente.
Por supuesto, un mantra puede ser repetido sin necesidad de una mālā, y ésta se usa en realidad para llevar la cuenta de repeticiones (en caso de que nuestra práctica personal lo necesite) y también como ayuda para mantener la atención en la repetición a través de un objeto y del sentido del tacto.

Entonces, en caso de usar esta ayuda para la práctica es bueno saber que la mālā tradicional tiene 108 cuentas (más una). El número 108 es sagrado en el hinduismo y la cuenta extra, que sirve para marcar el final de la ronda, se llama meru (o sumeru), pues ese es el nombre del legendario monte que se encuentra en el eje del mundo según la cosmografía hindú. De la misma forma, en el rosario hindú esta cuenta suele estar más elevada o llevar algún tipo de penacho de hilo que la distingue del resto.
Al mismo tiempo, se explica que la cuenta meru representa al guru o a la Divinidad, y al igual que éstos están más allá del tiempo y el espacio, el meru se mantiene aparte de las otras 108 cuentas.
Según el tipo de collar y de cuentas también es posible encontrar mālās compuestas por 54 cuentas (54 x 2 = 108) o 27 cuentas (27 x 4 = 108), y éstas últimas suelen ser pulseras para la muñeca y no collares. En estos casos hay que hacer 2 y 4 rondas de repetición respectivamente para llegar al tradicional número 108. En todos los casos, cuando se llega al final de una ronda y se desea continuar, no se sigue dando la vuelta sino que se debe girar la mālā al punto de la meru y empezar de nuevo desde la última cuenta que se había contado. Siempre la dirección del giro de las cuentas es hacia uno mismo y siempre es con la mano derecha.
Hablando de la mano, un método muy difundido de usar el rosario es pasar las cuentas con el dedo pulgar y el dedo corazón (o dedo mayor), pero no con el dedo índice, que queda en el aire sin tocar el collar. Esto se debe a la creencia de que el dedo índice representa el ego y, por tanto, se evita que participe en el proceso, mientras que el dedo pulgar simboliza lo Divino.
Otro motivo para no usar el dedo índice, como bien me apunta el sacerdote hindú Juan Carlos Ramchandani, «es porque ese dedo se utiliza en las ceremonias para los difuntos (a diferencia de otras funciones religiosas y litúrgicas donde se usa el anular) y por tanto de alguna forma se le considera un dedo impuro».
Finalmente, cualquiera sea el mantra elegido, se debe repetir (mentalmente o en voz muy baja) una vez por cada cuenta hasta cumplir 108 repeticiones y entonces se puede continuar o no, según la práctica de cada persona.

En cuanto a los tipos de mālās según su composición, hay gran variedad aunque los más tradicionales son los que están hechos de semillas de rudrākṣa (rudraksha) y de madera de tulasī. La rudrākṣa es la semilla de un árbol (Elaeocarpus ganitrus) que se encuentra en los Himalayas y que es sagrada para los devotos del Señor Śiva (Shiva). De hecho, su nombre significa “ojo de Rudra” (Rudra es otro nombre de Śiva), y se llama así porque la semilla nació de sus ojos representando su gracia o, según otras versiones, porque son las lágrimas condensadas que Śiva derramó al destruir la majestuosa “triple ciudad” (Tripura) donde habitaban unos demonios.
La sacralidad de la semilla de rudrākṣa se clasifica según las “caras” (mūkha) que tenga, es decir, según el número de líneas de arriba hacia abajo que dividen la semilla. Se dice que una rudrākṣa puede tener desde una a catorce mūkhas, siendo la semilla de cinco caras la más común. También se dice que para saber si se trata de una rudrākṣa genuina la prueba es que si la sumergimos en un vaso con agua se hundirá.

En cuanto a las mālās hechas de tulasī, estamos hablando de una planta herbácea que se suele llamar “albahaca sagrada” (Ocimum sanctum) y que es especialmente sagrada para los devotos vaishnavas, es decir seguidores del Señor Viṣṇu (Vishnu). De hecho, los devotos vaishnavas consideran a la planta de tulasī como «la representación de la semilla de la devoción» ya que se dice que es una gran devota del Señor Viṣṇu.
Por ello, los devotos de Viṣṇu, pero también muchos devotos hindúes en general, suelen tener plantas de tulasī en sus casas. Además de una planta, tulasī es también una diosa – Tulasī Devī – que se considera una encarnación de la diosa Lakṣmī (Lakshmi), la consorte del Señor Viṣṇu.

Existen muchos otros tipos de mālās y para saber más detalles recomiendo este vídeo de 22’ del sacerdote hindú español Juan Carlos Ramchandani:

Espero que estas breves indicaciones tradicionales sean de ayuda, aunque ya dicen los maestros que lo principal es repetir el mantra (sea el que corresponda) lo más frecuentemente posible.

11 comentarios en “¿Cómo usar una mālā o rosario hindú?”

  1. Buenos dias Naren
    Ante todo un feliz ano y feliz dia de Reyes
    Sigo tus comentarios son fascinantes e interesantisimos . Pasta hace poco recibia por email tus lecturas pero ahora no las recibo y meencantaria seguri recibiendolas . Que debo hacer ?
    Namaste desde Venezuela un gran abrazo
    Pura Maritza Manzo Caracas Venezuela

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  2. Hola. Me comentaron que el mala te lo tiene que obsequiar alguien que sea guru en alguna tecnica o algun saber, un guru de algo que uno quiere tener para su vida… Que no se compra como bijou sino que lo fabrican especialmente determinadas personas. Qué hay de cierto en esto? (yo me fabriqué uno con cuentas de madera de bijou y un fleco pero veo que no tiene sentido o efecto verdadero si fuera cierto lo que me comentaron). Gracias!

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    • Gracias Ángeles por tu comentario y tu confianza.
      Efectivamente, se dice que para ser más efectiva la mala debe estar «cargada» por la energía de un maestro o, al menos, de un sitio sagrado. Es tradicional que el guru le dé una mala a una persona cuando toma iniciación como discípulo o, al menos, toma iniciación en alguna técnica específica con ese maestro. Si uno no la recibe de una guru y la compra en un sitio sagrado se suele considerar que tiene más poder… Al mismo tiempo, se considera que si uno utiliza la mala para su práctica de forma regular durante largo tiempo o la tiene en su altar de forma reverente, entonces la mala también se va cargando. Finalmente, si la mala es una artesanía decorativa no significa que no sirva para nada, pues al menos uno la puede usar como rosario para su práctica de repetir mantras y, aunque no tenga una energía especial, cumple un propósito funcional para el aspirante espiritual.
      Un saludo.
      Naren

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    • Hola Paty:

      El número tradicional de una mala es 108 o en su defecto un número menor pero que sea un múltiplo de 108. Por ejemplo 54 o 27. El número 19 no es tradicional hindú y para llegar a 108 necesitas hacer 5 vueltas (95 cuentas) + 13 cuentas, lo cual en realidad es muy poco práctico. Quizás el collar que te regalaron no es hindú. Un saludo

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  3. Hola Naren: Le cuento, hace 15 años mi hijo viajó a la India y me trajo una mala hecho de marfil, no sé dónde lo compró, el mala tiene 33 cuentas. Cuando me lo trajo lo guardé y ahora que estoy revisando lo encontré, me llamó la atención y he investigado algo, quisiera llevarlo a un lugar sagrado y lo bendigan, soy de Venezuela y actualmente vivo en Houston (Estados Unidos), tengo 73 años. Muy agradecida por su atención y un abrazo. Namaste

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    • Gracias Magaly: Los lugares sagrados no están únicamente en la India, por lo que incluso en Houston puede haber un sitio adecuado. También puede ser una persona sabia e inspiradora la que bendiga la mala. Te deseo lo mejor.

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Un post sobre el término sánscrito kriyā en base a su etimología, sus usos frecuentes, sus referencias textuales y su aplicación actual.

El otro día utilicé el traductor de Google para traducir un texto sobre meditación, del inglés al español. De hecho, estoy sorprendido con lo buena que es esa herramienta online, aunque no es perfecta. Cuando en inglés decía attachments in meditation -o sea, «apegos en meditación»-, la traducción fue «archivos adjuntos en la meditación», que es una acepción posible pero inadecuada en el contexto del párrafo que yo estaba traduciendo. La falla del traductor radicó en desconocer el contexto del texto.

 

De forma similar, con los términos sánscritos, sobre todo si son muy genéricos, nos encontramos con frecuentes malentendidos de traducción, justamente por falta de información contextual.

 

La ubicua palabra kriyā es uno de esos ejemplos paradigmáticos, que hoy venimos a diseccionar, analizar y, ojalá, comprender mejor.  

 

Para empezar, el diccionario nos da la definición básica de kriyā como «acción, acto, actividad, tarea…» y es prácticamente un sinónimo de otra famosa palabra sánscrita: karman.

 

Este uso ya aparece en textos védicos como Upaniṣad por ejemplo y, con matiz filosófico, en la triple división que presenta el shivaísmo del poder de Śiva: icchā («voluntad»), kriyā («creación») y jñāna («conocimiento»). Asimismo, Patañjali en su Yogasūtra (2.18) dice que la naturaleza del guṇa rajas (la cualidad dinámica de la materia) es la «actividad» (kriyā).

 

Por otro lado, en el contexto litúrgico el término kriyā significa «rito, ceremonia, sacrificio» y esta acepción aparece, por ejemplo, en antiguos textos que describen rituales védicos, en Bhagavad Gītā (2.43) o en escrituras tántricas medievales.  

 

Una tercera acepción que nos interesa es kriyā como «práctica», en contraste con la teoría, como apunta el diccionario de Òscar Pujol.

 

De hecho, cuando estudiamos el Yogasūtra de Patañjali (2.1) encontramos un método que, aunque no siempre bien entendido, tiene relación con esta acepción: kriyāyoga. Una traducción aceptada sería «yoga de la acción» (diferente del famoso karmayoga que enseña Śrī Kṛṣṇa en Bhagavad Gītā) o «yoga práctico» en el sentido que, como se entiende tradicionalmente, incluye disciplinas para el uso del cuerpo físico, del intelecto, del habla y de las emociones (tapas, svādhyāya e īśvarapraṇidhāna).

 

Si seguimos analizando los textos de forma cronológica, veremos que la Haṭha Pradīpikā -respetado manual del siglo 15- es el primer texto que habla de «seis acciones» (ṣaṭkarmāṇi) de purificación para el cuerpo físico y preparación para el prāṇāyāma.

 

En la actualidad, estas técnicas de mantenimiento, que incluyen enemas, lavados nasales o limpiezas intestinales, se conocen popularmente en haṭha yoga como kriyas, lo cual es curioso si nos basamos en el texto original, donde se las nombra una decena de veces como karmas. Solo una vez, al explicar la técnica de naulī, el autor dice haṭhakriyā (HP, 2.36), es decir «esta práctica de haṭha».

 

A partir de 1920, el maestro Paramahansa Yogananda (1893-1952) popularizó el término kriyā yoga en occidente e inició a miles de personas en esa «ciencia antigua» que, según sus palabras, es la misma técnica que enseñó Patañjali con el nombre kriyāyoga y a la que también hace referencia Śrī Kṛṣṇa en Bhavagad Gītā cuando nombra el control de la energía vital a través de la respiración (versos 4.29 y 5.27).

 

Tal como explica Yogananda en su Autobiografía de un yogui, kriyā yoga «es un simple método psicofisiológico por medio del cual la sangre humana se libera del anhidrido carbónico y recibe una cantidad suplementaria de oxígeno. Los átomos de este oxígeno adicional son transmutados en energía vital, la cual rejuvenece el cerebro y los centros de la médula espinal».

 

En esta definición, centrada en la relación entre respiración y energía vital, vemos el modelo más generalizado de la palabra kriyā tal como nos llega en la actualidad.

 

En una línea similar, en los años 1970, el método Kundalini Yoga, creado por Yogi Bhajan, se hizo conocido no sólo por sus mantras y sus turbantes sino por sus llamadas kriyas -algunas muy llamativas como sostener los brazos en alto o realizar movimientos repetitivos durante varios minutos- que se definen como «una serie de posturas, respiración y sonido que trabajan hacia un resultado específico». 

 

De hecho, en el uso generalizado actual, ese resultado específico, tiene que ver con mover o activar la energía vital o prāṇa. A diferencia del uso que hace el haṭha yoga medieval, en que las kriyas de limpieza física son prerrequisitos para el prāṇāyāma, especialmente en casos de practicantes con una «constitución débil» o con sus doṣa («humores») desequilibrados.

 

En nuestros días, el místico contemporáneo Sadhguru dice que, básicamente, kriyā significa «acción interna» que implica «cierto dominio con tu energía». Regresando a la distinción terminológica, agrega que la palabra karma refiere a la «actividad externa que te ata», mientras que kriyā es la «actividad interna que te libera».

 

Como conclusión, podemos repetir que, en el uso actual más divulgado, una kriyā es un tipo de ejercicio o técnica que conjuga respiración y concentración mental (en algunos casos, también mudrā o movimiento externo) para movilizar o activar la energía vital.

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