Hijo de Vecino

El océano de leche y la Vía Láctea

Durante la lectura del libro La mirada occidental del profesor español Pedro Carrero Eras me encontré con una referencia que presentaba como sinónimos el “océano de leche” de la cosmología hindú con la Vía Láctea. Al tratarse de la primera vez que escuchaba esta equiparación, el bichito de la curiosidad me impulsó a poner en pausa (por unas horas) mis vacaciones de verano para ponerme a investigar el tema.
En la cosmografía hindú el universo tiene forma oval, como un huevo, y de ahí que se le conozca como Brahmānda, “el huevo de Brahman”. Este huevo cósmico está formado por siete islas, de las cuales la que se ubica en el centro es la que consideramos nuestro “planeta”, que se presenta con la forma de una flor de loto de cuatro pétalos, llamada Jambudvīpa, es decir “la isla del árbol jambu“, porque en su punto central hay, justamente, un árbol de esta especie (que, al parecer, en español se llama ‘jambul‘).
Las otras seis islas que forman el universo son particulares porque, en realidad, son anillos concéntricos, cada uno más ancho que el anterior, que rodean la “isla del árbol jambu“. A su vez, cada uno de estos anillos-islas está rodeado por aguas “exóticas”, también cada vez más extensas a medida que se alejan del centro. Por tanto, nuestro mundo está rodeado por el “océano de sal” (lavaṇa samudra), lo cual no causa ninguna sorpresa, y éste a su vez está rodeado por Plakṣadvīpa, “la isla de la higuera”, que a su vez está rodeada por el “océano de sirope de caña de azúcar” (ikṣurasa samudra), y aquí es donde empieza a ponerse interesante.
El tercer océano es de “licor” (surā samudra); el cuarto de ghī o mantequilla clarificada (ghṛta samudra) y el quinto de yogurt (dadhi samudra). El sexto anillo líquido es el famoso “océano de leche”, llamado en sánscrito de muchas maneras, entre ellas kṣīra samudra; kṣīroda; kṣīrābdhi o dugdha samudra. Por si tienen curiosidad, el séptimo y último océano es de “agua dulce” (jala samudra) y llega hasta el límite del mundo, un anillo montañoso que sería “la frontera del infinito”, pues más allá hay “oscuridad perpetua” o algo inimaginable para la mente humana.

jambudvipa
Mapa de las siete islas rodeadas por sus océanos (tomado del libro ‘India: A sacred geography’, de Diana L. Eck – Se agranda al clicar).

Además de constituir la sexta masa líquida en esta cosmografía circular, el océano de leche, que es el foco de interés de este post, está relacionado con las “aguas primordiales” ya que es el protagonista de un conocido relato mitológico: “el batido del océano de leche” (kṣīra samudra manthana).
En esta historia los devas (seres celestiales) y los asuras (seres demoníacos) unen fuerzas para batir las aguas en busca del néctar de la inmortalidad, llamado amta. Además de este néctar aparecen muchos otros elementos, pues el océano de leche primordial es de donde surge, simbólicamente, todo cuanto existe. Por eso también se habla de él como “océano primigenio”.
A veces se equipara el océano de leche con las aguas primordiales de las que, cíclicamente, surge la creación y en las que se reabsorbe el universo cuando ocurre su disolución. En esas aguas, y durante el periodo de quietud, duerme el Señor Viṣṇu (Vishnu), el dios encargado de preservar el universo, recostado sobre su montura, la gran serpiente llamada Ananta, “sin fin”, hasta que despierta y crea un nuevo universo, idéntico a los anteriores.

Sin dudas el simbolismo del agua como generadora de vida es universal y se puede interpretar que las aguas son “el elemento mantenedor de vida que circula en la naturaleza en forma de lluvia, savia, leche y sangre”.  Este simbolismo se acrecienta especialmente en la idea de un océano, que el mitólogo Heinrich Zimmer define como lo “inmenso alógico… una extensión aletargada y llena de todas las potencialidades”. Es decir, el “vasto mar de la energía infinita de la vida”.
Que este océano primigenio sea de leche (y no de agua) puede sonar llamativo, aunque hay que entender que en la cultura védica la leche es símbolo de pureza y también de vida (en claro sentido alimenticio), y por eso la vaca es considerada la Madre. Por tanto, este rol de la leche en la manifestación de los elementos del universo se ha relacionado con la Vía Láctea en que, como su nombre indica, la leche también tiene una participación importante.
La Vía Láctea es la galaxia en que se encuentra nuestro sistema solar y a pesar de ser muy grande, es sólo una galaxia más de las millones que hay en el cosmos. Su nombre significa ‘camino de leche’ y refiere a la apariencia “lechosa” de la banda de luz blanca que rodea el firmamento y que, en general, es visible de noche. Esta apariencia láctea está también fundamentada en el mito griego que explica que se trata de un chorro de leche derramada del pecho de la diosa Hera, la esposa del dios Zeus, en un intento fallido por amamantar al héroe Heracles y hacerlo así inmortal.
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«El nacimiento de la Vía Láctea» de Peter Paul Rubens.

Con el desarrollo de la antropología y otras ciencias sociales en el siglo XX, han nacido disciplinas como el estudio comparado de los símbolos de diferentes culturas que, con razón, han encontrado muchos puntos en común entre civilizaciones y sociedades en apariencia diferentes o lejanas. La universalidad de ciertos “arquetipos” es indiscutible, a la vez que considero que esa visión no debe eclipsar la particularidad de cada cultura específica.
En el caso de equiparar a la Vía Láctea con el océano de leche yo no he encontrado “pruebas” textuales que lo confirmen y no estoy nada seguro de que haya una relación directa. Si bien es verdad que uno podría interpretar que visualmente “la estructura espiral de la Vía Láctea se corresponde al batido océano de leche”, las referencias fiables que tengo hablan de la Vía Láctea como “el Ganges celeste”, es decir la contraparte celestial del famoso río Ganges (o Gangā) que recorre gran parte de India del norte.
De hecho, en la tradición hindú, el río Gangā (que es femenino) nace en el cielo y es sólo gracias a la práctica de grandes austeridades de un antiguo rey (Bhagīratha) que, compasivamente, ella desciende a la Tierra para volver a la vida a unos maldecidos miembros de la familia de Bhagīratha. Por tanto, en origen el río fluía en los cielos y es en el momento de su descenso cuando deja la estela blanquecina en el firmamento, que llamamos Vía Láctea.
via_lactea
Vista de la estructura espiral de la Vía Láctea que bien podría recordar un océano de leche siendo batido (se agranda al clicar).

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Vista de la Vía Láctea desde la Tierra, con la característica banda luminosa que en la tradición hindú simboliza el descenso del río Gangā (se agranda al clicar).

En conclusión, más allá del componente lácteo en el nombre del océano y de la galaxia no parece que estemos hablando del mismo elemento, aunque las ideas de creación y de universo están muy relacionadas con el batido de las aguas primordiales y también con el conjunto de estrellas, nubes de gas, planetas y energía que forma la Vía Láctea. Por tanto, es natural que se haga una asociación y se busquen puntos en común. Si alguien tiene más datos que me informe, por favor.
Mientras tanto, seguiré mirando el cosmos, pero de vacaciones.

4 comentarios en “El océano de leche y la Vía Láctea”

  1. Hola, acabo de encontrar tu blog y me gusta mucho pues realmente compartes de manera super generosa tu conocimiento. Me llama la atención como igualmente las culturas mesoamericanas hablan del surgimiento de todo de las aguas primordiales se cree que por esto, las pirámides o templos mayas y teotihuacanos -entre otros- están edificados sobre cenotes/cuerpos de agua o cerca de ellos, igual que el juego de pelota reproducía este momento en que dejó de ser caos para convertirse en cosmos pero con toda esa asociación de el agua a la vida. ideas muy fuertes si consideramos que estamos acabando con el agua dulce del Mundo. Sin duda algo para pensar y actuar en consecuencia. Pues saludos y gracias por compartir ya iré leyendo poco a poco.

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  2. Hola! Sobre el tema del agua, solo un pequeño punto: cuando buceamos, los sonidos alli dentro son como lejanos ecos metalicos. Y cuando estamos entrando en «sopor-trance» o mas raro aun, en un viaje astral, los sonidos…¡tambien son como ecos metalicos! Lo cual quiere decir, que el plano astral, es muy posible que este compuesto tambien de algo parecido al agua. Y como uno de los estados del agua es el ¿plasma? puede ser que ese plasma se haya pasado al otro plano de la realidad? A saber.

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  3. Excelente,me gustó!!! Muchas gracias por compartir y felicitaciones por tan linda página,
    siempre la visito y aprendo cosas nuevas.
    Hari Bol!!!!

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  4. Muy interesante, estoy leyendo el libro de Julio Verne el de la vuelta am mundo en ochenta días y por esto estoy por acá, consegui una ciudad llamada Allahabad y despues de ahí se extendió todo jajaja xD

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