Advertencia: Generalmente trato de cuidarme y no ser demasiado cursi, sin embargo el tema que voy a tratar me lleva a tocar lugares comunes, a decir muchas veces la palabra “amor” (en el sentido divino del término) y a poner un tono meloso. A pesar de mis pruritos, creo que esta vez es totalmente legítimo.
Como ya he dicho, en la India hay muchos santos vivientes, algunos de ellos casi desconocidos, otros seguidos por miles de personas. Entre estos últimos se encuentra Mata Amritananda Moyi, conocida por el familiar apodo de Amma, que significa Madre.
La fama de esta deslumbrante mujer es mundial debido a sus enseñanzas espirituales, sus obras de caridad, su contribución a los derechos de la mujer, sus giras y, sobre todo, su infinito amor.
En el año 2002, Amma fue galardonada en Ginebra con el premio “Gandhi-King a la No-violencia” que había sido otorgado anteriormente a Kofi Annan y Nelson Mandela, entre otros.
El signo distintivo de Amma es que abraza a todos aquellos que llegan a verla; “Y Gratis!” como se sorprendían en un programa televisivo norteamericano que cubría su gira por aquel país.
En cada uno de sus programas espirituales miles de personas, literalmente, van a verla para esperar pacientemente por su abrazo.
Sin embargo, no se trata sólo del abrazo, sino de la mera presencia de Amma que es realmente una constante radiación de armonía y amor. Por ello no es casualidad que miles de personas en diferentes partes del mundo se reúnan simplemente para verla.
Cada año ella realiza una gira mundial y no se queda quieta un minuto. Sus programas son utilizados al máximo y es normal que se pase 16 horas abrazando personas, teniendo por supuesto que hacerlo incluso durante toda la noche.
Al día de hoy he visto a Amma varias veces y todavía me parece extraordinario observar como se mantiene radiante por horas, después de haber apretado contra su pecho a, por ejemplo, 10.000 personas, mostrando el mismo amor tanto por el primero como por el último.
Fueron mis padres quienes visitaron a Amma en su ashram de la India en el año 1997; mientras que yo tuve mi primer contacto con ella en 1998, pero no en la India sino en Francia., donde ella estaba haciendo su gira europea. Por aquel entonces la cantidad de personas que la seguían no era tan ingente y había una relativa intimidad en su entorno.
Sin demasiada convicción, y empujado por la insistencia de mi madre, fui al encuentro de Amma. Hice la cola, bastante corta por cierto, y recibí mi abrazo.
He leído y escuchado historias de personas que la primera vez que vieron a Amma o recibieron sus abrazo, o bien se largaron a llorar por días, o bien entendieron cual era su destino en esta vida.
En concordancia con mi camino espiritual, gradual y sin grandes puntos destacados, después del abrazo me dirigí, un poco desilusionado, a buscar una cabina telefónica, llamé a mi madre en Argentina y con tono de reproche le dije: “¿Eso era todo? ¡No sentí nada!”.
Sin embargo, después de ver a Amma un par de veces más mi sensación comenzó a cambiar. De hecho la seguí hasta Bélgica en aquella misma época, y al partir me sentí ligado con ella de manera muy fuerte.
Si tienen la oportunidad, recomiendo mucho ir a ver a Amma, más allá de si uno cree o no en Dios o en “entes superiores”. De hecho, para los que están en Europa, ella viene por lo general cada octobre/noviembre (Barcelona, London, Milano, entre otros sitios); y para los que están en Argentina deberían chequearlo porque se habla de que hará su primera visita muy pronto.
Amritapuri
Amritapuri – La Ciudad del Néctar Inmortal – es el nombre del ashram principal de Amma, que se encuentra en la costa suroeste de India; situado concretamente en el estado de Kerala, a orillas del Mar Arábigo, rodeado de palmeras y brazos de mar de extraordinaria belleza. El ashram está en una pequeña aldea de pesadores y para llegar a él es necesario cruzar en barca.
Durante quince días, en el año 2003, viví con mis padres en este paradisíaco lugar, impregnado de gran vibración espiritual. La expansión que ha tenido el ashram desde sus orígenes es fabulosa, habiendo hoy, incluso, altos edificios para albergar a los innumerables visitantes.
También en este ashram la vida empieza temprano, con el recitado de los 1008 nombres sagrados de la Madre Divina.
Para el Hinduismo el aspecto femenino de la divinidad es tan importante como el masculino; la Madre Divina es el aspecto femenino del Absoluto, que es masculino; se trata de dos partes inseparables del mismo todo. La analogía típica es la que compara el poder creativo con el sol (aspecto masculino) y la acción dinámica con los rayos (aspecto femenino); una parte no puede existir sin la otra.
En este sentido yo siento, al igual que mucha otra gente, que Amma es la personificación de la Madre Divina, pues estar en su presencia es fuente de paz, y sobre todo por el amor que ella irradia.
Cuando Amma está en su ashram, lo cual ocurre cada vez menos, debido a sus incesantes actividades y giras, la vida allí toma un color diferente. Por aquel entonces, por ejemplo, dos veces por semana ella daba una charla espiritual pública y luego nos entregaba a cada uno un plato con el almuerzo.
En cada charla un monje le sostenía el micrófono para que impartiera sus valiosas enseñanzas en el dialecto malayalam, que eran traducidas instantáneamente al inglés. En una oportunidad, ningún monje estaba cerca y el discurso había comenzado; mi padre, que había logrado llegar al lado de Amma, con total intrepidez tomó el micrófono y lo sostuvo durante toda la charla. Imaginen mi sorpresa cuando entre cientos de personas apareció él haciendo de microfonista, como si fuera lo más natural del mundo.
Debido a que se aproximaba el 50º cumpleaños de Amma el ashram tenía muchos visitantes y estaba lleno de actividades. Cada atardecer, Amma se presentaba en el auditorio y cantaba canciones devocionales con su especial estilo, que según lo que uno puede comprender es una especie de éxtasis divino.
Recuerdo que había una canción que cada día era cantaba en un idioma distinto, ya sea francés, español, japonés, inglés, sueco, hebreo, etc. Amma debía pasarse algunas horas estudiando para poder pronunciar con corrección. Y no sólo Amma sino todos sus acompañantes musicales, es decir monjes y discípulos que realmente forman un grupo de música muy profesional. Con los años Amma ha ido agregando más traducciones a su repertorio con el fin de acercarse más a los diversos tipos de personas que la siguen, ya que es siempre ella la que está haciendo esfuerzos para hacernos sentir queridos.
Después de los cantos, Amma se dirigía a su habitación, pero en el camino siempre tenía tiempo para jugar con Ram, su mascota preferida que es un…¡elefante!
Así es, un elefante de tres años pero que es tan alto como un basquetbolista. Sin embargo, es un niño en sus modales y se divierte comiendo galletas que Amma le da en la boca, o lanzando agua con su trompa a los divertidísimos espectadores. Más de una vez mi papá (otra vez protagonista) terminó empapado y muerto de risa.
Abrazos
Durante nuestra estadía en Amritapuri los tres hicimos servicio: Mi madre, fiel a su costumbre, ayudaba a preparar el desayuno a las 6:00am; mi padre por su parte ayudaba en la recolección de la basura, junto con un alemán de nombre Merlín, y como mi padre apenas habla inglés (y nada de alemán) era muy gracioso ver como en su particular lenguaje se las ingeniaban para comunicarse y organizarse.
De todos modos, esta carencia lingüística no siempre era saldada sin problemas. En una ocasión yo acompañé a mi padre en la ronda de recolección de residuos y al llegar a la sección de la cantina de los zumos, la señora a cargo se nos acercó con una pequeña bolsa llena de vidrios rotos; mi padre agarró uno y se lo metió con avidez en la boca, para inmediatamente escupirlo diciendo “Esto no es azúcar cande” (Un tipo de azúcar formado por cristales transparentes y grandes, obtenidos por evaporación lenta de un jarabe). Cuando le pregunté por qué había hecho eso, me dijo que como venía tan cansado pensó que la señora gentilmente le ofrecía azúcar para recuperarse.
En verdad, el trabajo de recolector de basuras era realmente muy pesado, así que después de unos días le dieron otras tareas más livianas.
Por mi parte, colaboré en el lavado de las grandes ollas que servían para preparar la cena. Y cuando digo grandes ollas me refiero a un tamaño industrial, ya que los cientos de personas que comen diariamente en ese ashram hacen necesaria una organización y una logística a gran escala.
En mi vida doméstica, más bien por pereza y ajeno a la practicidad, tiendo a colar los spaghettis sin usar colador, sólo con la tapa de la olla. He llegado a hacer lo mismo con el arroz, ya que me da mucha pereza limpiar los coladores en general. Pues bien, en aquellas noches de lavado industrial me tocó más de una vez un colador “gigante”, el que de hecho se usaba para colar el arroz de cada día, y cada uno de los agujeros siempre tenía algún resto que ser limpiado. Se ve que aunque uno quiera escapar de las pequeñas molestias, la vida se encarga de ponérnoslas de nuevo allí, para que tengamos que enfrentarlas y superarlas. La lección me sirvió a medias porque todavía hoy escapo del colador si tengo la chance.
Sin dudas, lo más lindo de la estadía en Amritapuri fueron los abrazos casi diarios que nos dio Amma. No es fácil explicarlo pero ella te toma con tanto amor y entrega, murmurando al oído “Querido hijo mío”, que uno no puede evitar sentirse protegido.
Es muy conocida la historia de cuando un leproso totalmente hediondo y supurando llegó a ver a Amma, y ella lo recibió literalmente con los brazos abiertos y lamió cada una de sus heridas con todo amor, como si fueran helados.
Más allá de la impresión que esta imagen nos puede causar, es un claro ejemplo del amor de Amma. He discutido este tema con distintas personas y muchos dicen que no es gran mérito abrazar durante horas, casi todos los días de tu vida, a miles de personas, es decir, que cualquiera puede hacerlo.
Incluso si dejamos de lado la cuestión física, el esfuerzo que supone estar horas y horas abrazando gente, el gran mérito de Amma, que no creo muchos otros puedan alcanzar, es el de abrazar a cualquiera que se le ponga delante, pero no abrazarlo sin sentimiento, sino que lo hace con verdadero amor, y eso se puede ver.
Además, a medida que pasan las horas, que avanza la noche, que las personas pasan por su regazo, en lugar de ella lucir fatigada o distante, su aura es siempre más radiante y personalmente no dejo nunca de admirarme, y no dudo por un segundo de su divinidad.
Cada vez que Amma abraza a alguien le da un caramelo. En el último día de nuestra visita a Amritapuri y sabiendo de nuestra partida nos dio en la boca ricos bombones y nos regaló puñados de caramelos.
Luego de cruzar en la barca el pequeño brazo de mar que separa Amritapuri de la tierra firme, partiendo hacia la estación de tren, una sensación de vacío me invadió, pero era más fuerte el sentimiento de amor y agradecimiento que me envolvía, pues la bendita presencia de Amma estaba en mi corazón para acompañarme el resto del viaje.
Despues de saludarles le dire que he terminado de ver la pelicula Darshan y he quedado muy impresionado por la magnamimidad de Amma. y a la vez he recibido de manera directa un mensaje de Paz y Amor incluyendo el regocigo de que aun alla posibilidades de que nos amemos los unos a los otroa. En realidad me siento gososo.
Que el gran arquitecto del universo le de mucha vida y salud eso es lo que mas deseo para que otras personas continuen experiemtando este gozo y a la vez sean capases de sentirse dicoso en solo pensar que la pueden imitar.
Deseandole mucha Vida, y Amor impersonal se despide de ustedes un fiel servidor.
Alberto Zaldivar
Naren!! Acabo de mandarte un correo del día del amigo con el abrazo que te quería dar y recién ahora veo esto… Bueno, no es un milagro, pero está bueno ¿no?