Hijo de Vecino

Hiraṇyagarbha y el Día internacional del Yoga

Otra vez se celebra el Día Internacional del Yoga, una fecha instaurada en 2014 por la Asamblea General de las UN, en coincidencia con el solsticio de verano en el hemisferio norte. En este artículo aprovecho para contarte algunos detalles no tan difundidos de la relación entre el Sol y el Yoga.

Quizá sabes que el nombre más popular del dios hindú del Sol es Sūrya, de donde deriva el apelativo del famoso ejercicio de haṭha yoga sūrya namaskara o «salutación al Sol». A la vez, el Sol tiene cientos de otros nombres, entre ellos Hiraṇyagarbha, que es el que me interesa hoy.  

 

Literalmente, hiraṇyagarbha significa «embrión» (garbha) «dorado» (hiraṇya), aunque también podemos encontrar traducciones válidas como «huevo dorado» o «semilla dorada» que, en todos los casos, nos remiten a la idea de gestación o de origen.

  

Por si había dudas, el adjetivo «dorado» nos habla del Sol y su proverbial cualidad de luminosidad, la cual es indispensable para la vida.  

 

El concepto de «embrión», por su parte, refiere al primer ser del universo manifestado que, en textos védicos, se denominó Prajāpati o «Señor de las criaturas» y que sería el creador o progenitor. Se considera otro nombre de quien, en textos posteriores, se denominará Brahmā, es decir el dios de cuatro cabezas encargado de la creación. Otra forma de nombrar, tanto a Prajāpati como a Brahmā, es Hiraṇyagarbha.

 

Como aclaración antes de seguir, el dios Brahmā/Prajāpati/Hiraṇyagarbha/Sol no es el Ser Supremo que está más allá de toda descripción, sino justamente una manifestación dependiente de ese Absoluto, pero en el plano material sería, desde la perspectiva que abordamos hoy, su representante primero.

 

Entonces, en la cosmovisión hindú, el Sol, con su luminosidad tanto física como espiritual, es entendido como quien da vida al mundo manifiesto. Y de forma más específica, al Yoga.

 

¿Cómo es esto? Especialmente en el gran texto épico Mahābhārata encontramos referencias a este origen solar del Yoga. Allí se dice, por ejemplo:

 

«Nada menos que el primigenio Hiraṇyagarbha es el fundador del sistema Yoga» (Mahābhārata, 12.50, Śānti parva)

Estamos hablando del origen divino del Yoga, que en relación con el haṭha yoga suele atribuirse al dios Śiva. En el caso de Hiraṇyagarbha, estamos refiriéndonos a un Yoga más amplio, que tiene más que ver con la ecuanimidad mental que con el control físico-energético del cuerpo.

 

Si estudiamos la Bhavagad Gītā, vemos que Śrī Krishna, refiriéndose al Yoga del control de los sentidos y de la acción sin deseo, dice a Arjuna en el conocido verso que abre el capítulo cuarto:

«Yo le enseñé este yoga imperecedero a Vivasvat»

En este contexto, Krishna es el Ser Supremo trascendente y Vivasvat, que significa «brillante», es otro nombre del dios Sol, que se convertiría así en el primer transmisor material del Yoga.

 

De esta forma, cuando como practicantes de yoga honramos al Sol estamos reverenciado al primer maestro manifestado y, con ello, a todo un antiquísimo linaje solar de sabios y sabias que han transmitido las enseñanzas del Yoga.

 

Asimismo, cuando adoramos al Sol, estamos rindiendo homenaje a la fuente de vida material (por eso es «embrión/huevo/semilla») y también al símbolo por excelencia de la luz del conocimiento espiritual, pues se entiende que el Sol todo lo ve y conoce desde su elevada posición, al igual que pasa con la omnisciencia de Brahmā gracias sus cuatro caras.

 

Quizá estas explicaciones sirvan para comprender con más profundidad porqué los yoguis honran al Sol y puedan inspirarnos a intensificar nuestra relación con Hiraṇyagarbha.

 

En este Día internacional del Yoga y en cada día, claro.

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Un post sobre el término sánscrito kriyā en base a su etimología, sus usos frecuentes, sus referencias textuales y su aplicación actual.

El otro día utilicé el traductor de Google para traducir un texto sobre meditación, del inglés al español. De hecho, estoy sorprendido con lo buena que es esa herramienta online, aunque no es perfecta. Cuando en inglés decía attachments in meditation -o sea, «apegos en meditación»-, la traducción fue «archivos adjuntos en la meditación», que es una acepción posible pero inadecuada en el contexto del párrafo que yo estaba traduciendo. La falla del traductor radicó en desconocer el contexto del texto.

 

De forma similar, con los términos sánscritos, sobre todo si son muy genéricos, nos encontramos con frecuentes malentendidos de traducción, justamente por falta de información contextual.

 

La ubicua palabra kriyā es uno de esos ejemplos paradigmáticos, que hoy venimos a diseccionar, analizar y, ojalá, comprender mejor.  

 

Para empezar, el diccionario nos da la definición básica de kriyā como «acción, acto, actividad, tarea…» y es prácticamente un sinónimo de otra famosa palabra sánscrita: karman.

 

Este uso ya aparece en textos védicos como Upaniṣad por ejemplo y, con matiz filosófico, en la triple división que presenta el shivaísmo del poder de Śiva: icchā («voluntad»), kriyā («creación») y jñāna («conocimiento»). Asimismo, Patañjali en su Yogasūtra (2.18) dice que la naturaleza del guṇa rajas (la cualidad dinámica de la materia) es la «actividad» (kriyā).

 

Por otro lado, en el contexto litúrgico el término kriyā significa «rito, ceremonia, sacrificio» y esta acepción aparece, por ejemplo, en antiguos textos que describen rituales védicos, en Bhagavad Gītā (2.43) o en escrituras tántricas medievales.  

 

Una tercera acepción que nos interesa es kriyā como «práctica», en contraste con la teoría, como apunta el diccionario de Òscar Pujol.

 

De hecho, cuando estudiamos el Yogasūtra de Patañjali (2.1) encontramos un método que, aunque no siempre bien entendido, tiene relación con esta acepción: kriyāyoga. Una traducción aceptada sería «yoga de la acción» (diferente del famoso karmayoga que enseña Śrī Kṛṣṇa en Bhagavad Gītā) o «yoga práctico» en el sentido que, como se entiende tradicionalmente, incluye disciplinas para el uso del cuerpo físico, del intelecto, del habla y de las emociones (tapas, svādhyāya e īśvarapraṇidhāna).

 

Si seguimos analizando los textos de forma cronológica, veremos que la Haṭha Pradīpikā -respetado manual del siglo 15- es el primer texto que habla de «seis acciones» (ṣaṭkarmāṇi) de purificación para el cuerpo físico y preparación para el prāṇāyāma.

 

En la actualidad, estas técnicas de mantenimiento, que incluyen enemas, lavados nasales o limpiezas intestinales, se conocen popularmente en haṭha yoga como kriyas, lo cual es curioso si nos basamos en el texto original, donde se las nombra una decena de veces como karmas. Solo una vez, al explicar la técnica de naulī, el autor dice haṭhakriyā (HP, 2.36), es decir «esta práctica de haṭha».

 

A partir de 1920, el maestro Paramahansa Yogananda (1893-1952) popularizó el término kriyā yoga en occidente e inició a miles de personas en esa «ciencia antigua» que, según sus palabras, es la misma técnica que enseñó Patañjali con el nombre kriyāyoga y a la que también hace referencia Śrī Kṛṣṇa en Bhavagad Gītā cuando nombra el control de la energía vital a través de la respiración (versos 4.29 y 5.27).

 

Tal como explica Yogananda en su Autobiografía de un yogui, kriyā yoga «es un simple método psicofisiológico por medio del cual la sangre humana se libera del anhidrido carbónico y recibe una cantidad suplementaria de oxígeno. Los átomos de este oxígeno adicional son transmutados en energía vital, la cual rejuvenece el cerebro y los centros de la médula espinal».

 

En esta definición, centrada en la relación entre respiración y energía vital, vemos el modelo más generalizado de la palabra kriyā tal como nos llega en la actualidad.

 

En una línea similar, en los años 1970, el método Kundalini Yoga, creado por Yogi Bhajan, se hizo conocido no sólo por sus mantras y sus turbantes sino por sus llamadas kriyas -algunas muy llamativas como sostener los brazos en alto o realizar movimientos repetitivos durante varios minutos- que se definen como «una serie de posturas, respiración y sonido que trabajan hacia un resultado específico». 

 

De hecho, en el uso generalizado actual, ese resultado específico, tiene que ver con mover o activar la energía vital o prāṇa. A diferencia del uso que hace el haṭha yoga medieval, en que las kriyas de limpieza física son prerrequisitos para el prāṇāyāma, especialmente en casos de practicantes con una «constitución débil» o con sus doṣa («humores») desequilibrados.

 

En nuestros días, el místico contemporáneo Sadhguru dice que, básicamente, kriyā significa «acción interna» que implica «cierto dominio con tu energía». Regresando a la distinción terminológica, agrega que la palabra karma refiere a la «actividad externa que te ata», mientras que kriyā es la «actividad interna que te libera».

 

Como conclusión, podemos repetir que, en el uso actual más divulgado, una kriyā es un tipo de ejercicio o técnica que conjuga respiración y concentración mental (en algunos casos, también mudrā o movimiento externo) para movilizar o activar la energía vital.

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