Una reflexión con base en los textos tradicionales hindúes acerca de la frecuente dicotomía humana entre lo que tenemos ganas de hacer y lo que es bueno hacer.
En un famoso pasaje de la Kaṭha upaniṣad, el dios Yama enseña al joven Naciketas acerca de dos caminos opuestos: śreyas y preyas. En palabras del texto:
«Lo mejor (śreyas) es una cosa. Lo agradable (preyas) otra diferente… De entre los dos alcanza el bien quien para sí escoge lo mejor. Se desvía de su objetivo quien prefiere lo más agradable».
Claramente estamos ante un dilema tan antiguo como actual: el conflicto entre lo que es bueno para mí y aquello que tengo ganas de hacer.
La palabra sánscrita preyas nos habla de lo placentero, lo gratificante, aquello que nos es querido y consideramos agradable. En el texto se explica que, después de examinar las dos opciones de forma cuidadosa, la persona sabia escoge lo mejor sobre lo agradable.
A un nivel general esta idea es puro sentido común, pues cuando suena el despertador lo agradable sería seguir en la cama, mientras que todos saben que lo mejor es levantarse para cumplir con las responsabilidades correspondientes (trabajo, escuela, familia…).
Ya desde infantes escuchamos que «no siempre podemos hacer lo que queremos» y se nos habla del deber vs el placer, una dicotomía epitomizada en la ejemplificadora historia de la cigarra cantora y la hormiga trabajadora.
A pesar de la enseñanza y el adoctrinamiento familiar, escolar o social -o justamente como reacción a ello-, las personas tendemos a buscar el placer, aun en casos en que es claramente contrario a «lo mejor». Esto tiene que ver con que lo placentero suele ser más «fácil» de llevar a cabo que lo mejor, en el sentido de que cuesta menos esfuerzo (de hecho, suele ser un hábito automatizado) y, además, suele dar un resultado inmediato.
Śrī Krishna lo ilustra magistralmente en Bhagavad Gītā (18.38) cuando enseña:
«El placer sensorial al principio es como néctar, pero al final como veneno».
Es sabido que todas las rosas tienen espinas, y si dormir hasta tarde me da placer instantáneo, puede que cuando me levanté al mediodía tenga tareas atrasadas, remordimiento y la boca pastosa. En cambio, explica Krishna (18.37):
«El placer que es como veneno al principio, pero como néctar al final es puro»
Ciertamente el esfuerzo o la disciplina saben amargos al principio, pero el fruto suele ser dulce. Por ello el refranero popular dice «primero el deber, después el placer».
Los yoguis de antaño entendieron esta cuestión de forma fehaciente, y creo que nosotros también lo entendemos, pero el problema surge cuando vivimos en un mucho que nos incita a vivir «como nos gusta».
El axioma hippie de los años 1960 que decía «si se siente bien, está bien» ha sido malinterpretado y tergiversado para fines puramente capitalistas. Nos encontramos todo el tiempo con mensaje propagandísticos que nos dicen, más o menos:
«Sé tú mismo, vive de la forma que quieras, sigue tus sueños… y cómprate el nuevo Hyundai híbrido mega estelar».
Nos han hecho creer que hacer lo que queremos es śreyas, cuando en realidad no es más que preyas. A nadie con cierta madurez y experiencia se le ocurriría pensar que se puede vivir de forma armónica y sana bajo el criterio de «yo solo hago lo que me gusta».
Por supuesto que, a veces, lo mejor y lo placentero pueden ir de la mano, pero aquí nos interesan los casos de conflicto porque son los que nos traen sufrimiento en la vida.
Curiosamente, a menudo nos proponemos hacer «lo mejor» y acabamos haciendo «lo agradable». Sea un acto físico como levantarse de la cama temprano, o verbal como dejar de chismorrear sobre el vecino, o mental como dirigir la atención a pensamientos elevados en lugar de fantasear con ganar la lotería. Nuestra mente está entrenada hacia lo agradable y, por ello, por más buenas intenciones que tengamos, la arraigada compulsión nos impide hacer lo mejor.
Para trabajar estas limitaciones, personalmente me ayuda reflexionar sobre la palabra śreyas, que se podría traducir como «lo bueno» (y así aparece en algunas versiones), pero también como «lo mejor», que considero más adecuada porque refleja justamente un curso de acción que es insuperable.
Si tengo la claridad mental de saber que algo es lo mejor, ¿cómo podría elegir otra cosa diferente? Ya sé que esto ocurre a menudo, pero a medida que limpiamos nuestras tendencias mentales con enseñanzas válidas, nuestras decisiones y hábitos irán cambiando.
En la tradición hindú, el estudio de la filosofía yóguica es una práctica en sí misma, pues limpia y entrena la mente para decidir de forma voluntaria y consciente lo mejor (śreyas) para nuestra vida.
Gracias Naren por tus valiosas reflexiones.
Además de profundizar en esta cultura llena de sabiduría, nos invitas a reflexionar, a pensar, a utilizar nuestra mente con buen criterio para ser capaces de elegir «lo mejor», «lo más adecuado», «lo mas acertado» dentro de la circunstancia que estemos viviendo desde el respeto a nosotros mismos y a los demás.
Como bien has dicho, vivimos en una sociedad que nos invita a buscar una felicidad inmediata que muy poco dura. Aprender a discernir y ser capaces de encontrar nuestra plenitud personal con coherencia y de manera inteligente, nos ayudará a todos a mejorar y aportar lo mejor de cada uno.
Muchas gracias.
Namasté
Hablo mucho de esto en mis formaciones relación a la práctica de asanas. Tantas veces hacemos lo que nos gusta, lo que se nos da bien y nos apetece, y esto en muchas ocasiones puede agudizar nuestros desequilibrios (físicos, energético, emocionales…). Lo que necesitamos para acercarnos a un estado de mayor equilibrio, muchas veces no nos gusta tanto, o lo evitamos descaradamente, porque como nos estimula y reta, no es tan fácil ni cómodo, ni nos atrae tanto. Pero si nos miramos con honestidad y le ponemos disciplina amorosa, hacer lo que necesitamos, no lo que nos gusta, nos trae muchos, muchos regalos y beneficios. Gracias
Gracias Rocio por el aporte. Es cierto que podríamos usar esas palabras y podrían ir bien: «lo necesario vs lo cómodo» por ejemplo. Lo mejor suele requerir un grado de mayor esfuerzo que lo agradable (por eso nos parece «agradable»). En ásana es muy evidente, pero también en cada aspecto de la vida.
Creo que el error está en relacionar directamente «lo mejor será que haga esta cosa u está otra»…con obligación, deber, ..ya que nuestro cerebro relaciona a su vez esto con algo a disgusto , es decir , debo ir a comprar ,madrugar ,trabajar tantas horas…con lo que no nos gusta mucho,si nos gustase no usaríamos delante «debo «.
Si lo que nos gusta es lo que hacemos y viceversa entonces no habría ningún problema ya que lo haríamos por placer y no por obligación impuesta . Que crees tú?
Gracias Reyes. Sí, creo que la palabra «debo» no es muy útil. A la vez creo que tenemos un trauma colectivo con la idea de obligación y disciplina. Y creo también que hay una confusión en querer equiparar siempre lo mejor con lo que me gusta. Ese mensaje es de la publicidad: «Haz lo que te gusta». En el camino del crecimiento interior en gran medida tenemos que hacer «lo mejor» y eso no nos gusta en el sentido de que es incómodo o requiere disciplina o requiere un cambio de nuestras prioridades. Este cambio es voluntario y personal por lo que la idea de «debo» no es necesario. Yo no «debo» meditar ni «debo» levantarme temprano. Lo hago porque quiero, pero no siempre me gusta. Si uno viviera haciendo solo lo que le gusta no habría transformación interior.
Otra cosa es que en algún punto avanzado del camino lo mejor se convierta en lo agradable para mí. Pero no viceversa.