Hijo de Vecino

La relevancia del satsang

Una de las disciplinas yóguicas más importantes, a la vez que menos publicitadas, es el satsaṅga. Este texto ofrece algunos de los motivos para practicarlo cada vez más. 

En una charla reciente, la filósofa y practicante de yoga gallega Raquel Ferrández Formoso afirmaba algo políticamente incorrecto: “sobran técnicas, falta teoría”. Es decir, en el Yoga se habla mucho de que lo importante es practicar (“practica y todo llega”), y sin negar ese hecho, a menudo notamos que se cae en la simple repetición de técnicas (antiguas o modernas) sin saber el por qué ni el para qué. De ahí que Ferrández, al igual que otras personas dedicadas a la difusión filosófica, nos exhorten a reflexionar sobre los motivos de nuestra práctica y a tener claridad intelectual acerca de lo que hacemos bajo la difundida y amplia etiqueta de Yoga

 

En otra conversación reciente, mi tío Murali me recordó de la importancia del satsang como disciplina espiritual y frente a esto pensé que, de todas las herramientas yóguicas disponibles, el satsaṅga (o satsang) combina mejor que ninguna la teoría y la práctica al unísono.

 

Antes de seguir, revisemos la explicación etimológica, que es de gran ayuda. El término sánscrito satsanga se divide en dos componentes: sat, que significa “real, existente o verdadero”, y saṅga que es “relación o reunión”. La traducción literal sería “asociación con la verdad” o “compañía con lo verdadero”, lo cual remite a un tipo de encuentro en que el eje central son los temas de crecimiento espiritual. La forma más difundida de satsaṅga es lo que llamamos un discurso espiritual formal, en el que tradicionalmente el guru ofrece enseñanza a sus discípulos o seguidores. Escuchar mensajes espirituales verdaderos es, justamente, estar en “contacto con lo real”.

 

En el lenguaje actual, satsang no remite únicamente a la relación gurú-discípulo, sino que también puede referir a la charla que da una persona cualificada sobre un tema espiritual o simplemente sobre filosofía yóguica. Las lecturas, la escucha de podcasts y el visionado de vídeos sobre estos temas también pueden entrar en la categoría de satsang. A un nivel todavía más horizontal, satsang refiere a la reunión entre practicantes o buscadores para hablar y debatir sobre tremas espirituales, yóguicos o de crecimiento personal.

 

Sobre esto último, el factor de la interacción directa con el maestro o con otras personas añade riqueza al satsang, ya que podemos crear un diálogo (algo más difícil de hacer con un libro, por ejemplo), contrastar nuestro punto de vista, despejar dudas y, además, embebernos de la vibración elevadora de la atmósfera grupal que se suele crear.

 

En terminología tradicional también se habla de sādhu-saṅga, es decir literalmente la “compañía de personas buenas”, ya sean santos, maestros o simplemente otros buscadores de intenciones puras que nos inspiran y sostienen en nuestro camino.

 

Si bien no se le hace tanta publicidad, el satsang es una práctica espiritual tan importante como meditar, repetir mantras, realizar ásana y prāṇāyāma o servir a los demás. Su relevancia radica en el simple hecho de que, sin recibir información – sea mundana o espiritual- de una fuente externa, mis opciones de adquirir conocimiento son muy limitadas. Por tanto, sin participar en satsang es casi imposible erradicar la ignorancia sobre cuestiones espirituales. Por supuesto que, en meditación, una persona puede recibir información a través de su intuición interna, pero ese tipo de eventos es más bien extra-ordinario.

 

Tanto en la filosofía no-dualista del Vedānta Advaita como en la metodología devocional del Bhakti Yoga se afirma que el primer requisito de un practicante yóguico es śravaṇa, es decir la “escucha”, específicamente de las enseñanzas espirituales.

 

Por ende, exponernos a sabiduría yóguica es indispensable para descubrir nuevos enfoques vitales y conocer métodos para crecer. Es solo después de recibir una información que podemos reflexionar sobre ella, analizarla y decidir cómo actuar. Por ejemplo, con mis conocimientos actuales de informática, sentarme a reflexionar sobre cómo arreglar mi ordenador sin antes mirar un tutorial no sería suficiente, ya que es probable que acabe en un callejón sin salida (y con el ordenador destartalado).

 

Lo mismo pasa con los temas de crecimiento interior. Si bien es cierto que, a nivel esencial, “todo está dentro nuestro”, hace falta alguien o algo que nos ayude a despertar esa capacidad latente. El discernimiento es crucial, pero si no poseo la información correcta, entonces la capacidad reflexiva se ve limitada.

 

Incluso si una persona dijera que ya conoce toda la información espiritual disponible, el satsang es todavía una herramienta útil y necesaria, pues larepetición de la información, aunque ya seaconocida, es un método básico para que ésta se arraigue. En general, como bien saben los profesionales del marketing, no basta con escuchar las cosas solo una vez, sino que la repetición es necesaria para que la información se afirme en la mente y, de forma gradual, se comprenda intelectualmente, que es el siguiente paso para tomar buenas decisiones.

 

Luego de esa comprensión, la información adquirida se convertirá, a su debido tiempo y con la aplicación adecuada, en una vivencia real, es decir que la tengamos tan integrada que nos lleve de forma natural a cambios en nuestra vida.

 

Al escribir sobre esto, el universo me envía – a través de sus innumerables e inesperados mensajeros – estas justas palabras de Swami Premananda en uno de sus satsangs sobre “cambiarse a uno mismo”. Leamos:

 

“El mundo, el universo entero, está cambiando constantemente ¡pero es muy difícil cambiar esta mente! Muchas personas leen mis ideas y mi guía espiritual y piensan que han entendido lo que he dicho, pero lo cierto es que realmente no han entendido; solo piensan que han entendido. Si realmente entiendes lo que te estoy diciendo, entonces el resultado de eso sería que cambiaras. Tu mente cambiaría para bien. Pero la mente no quiere cambiar. Le gusta quedarse como es y te dice que entendió las palabras de Swami sólo para engañarte, de modo que pueda seguir siendo perezosa y sin cambiar.

El desarrollo espiritual implica cambio constante de la mente y de sus antiguos patrones y actitudes. Esos hábitos tienen que romperse. Es fácil decir que entendiste lo que dije. Yo hablo de forma muy simple. No estoy interesado en que entiendas tan solo mis palabras. Eso no es importante. ¿Realmente captas lo que te estoy diciendo y vas a hacer algo al respecto? Ese es el punto principal de mis satsangs”.

Si uno de los objetivos centrales del proceso espiritual o del yoga es la autotransformación, ¿por qué seguimos repitiendo los mismos errores que nos hacen sufrir a pesar de no querer repetirlos?

 

O bien, porque no sabemos que son errores, es decir porque nos falta información verdadera.

O bien, porque a pesar de saber que son errores, su antídoto no se ha impreso con la suficiente fuerza en nuestra conciencia.

 

Para ambos diagnósticos la cura es la misma: compañía con lo real. En otras palabras, mantener el mayor contacto posible con personas y enseñanzas que nos eleven interiormente y nos ayuden a crecer.

4 comentarios en “La relevancia del satsang”

  1. Un post muy interesante, como todo lo que compartes, pero este me ha tocado más porque es lo que estamos tratando este mes en los maravillosos encuentros que tenemos los Martes en Yogaone La Milagrosa.
    Gracias por inspirarme a cambiar y por ser mi Guía.
    Un fuerte abrazo
    Amparo

    Responder
  2. Maravilloso y clarísimo, como siempre. Me hace muy feliz que puedas expresar estos conceptos tan elevados con tal dulzura y sencillez, difíciles de encontrar en otros textos.
    Gracias, Naren!
    Saludos desde Patagonia

    Responder

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Un post sobre el término sánscrito kriyā en base a su etimología, sus usos frecuentes, sus referencias textuales y su aplicación actual.

El otro día utilicé el traductor de Google para traducir un texto sobre meditación, del inglés al español. De hecho, estoy sorprendido con lo buena que es esa herramienta online, aunque no es perfecta. Cuando en inglés decía attachments in meditation -o sea, «apegos en meditación»-, la traducción fue «archivos adjuntos en la meditación», que es una acepción posible pero inadecuada en el contexto del párrafo que yo estaba traduciendo. La falla del traductor radicó en desconocer el contexto del texto.

 

De forma similar, con los términos sánscritos, sobre todo si son muy genéricos, nos encontramos con frecuentes malentendidos de traducción, justamente por falta de información contextual.

 

La ubicua palabra kriyā es uno de esos ejemplos paradigmáticos, que hoy venimos a diseccionar, analizar y, ojalá, comprender mejor.  

 

Para empezar, el diccionario nos da la definición básica de kriyā como «acción, acto, actividad, tarea…» y es prácticamente un sinónimo de otra famosa palabra sánscrita: karman.

 

Este uso ya aparece en textos védicos como Upaniṣad por ejemplo y, con matiz filosófico, en la triple división que presenta el shivaísmo del poder de Śiva: icchā («voluntad»), kriyā («creación») y jñāna («conocimiento»). Asimismo, Patañjali en su Yogasūtra (2.18) dice que la naturaleza del guṇa rajas (la cualidad dinámica de la materia) es la «actividad» (kriyā).

 

Por otro lado, en el contexto litúrgico el término kriyā significa «rito, ceremonia, sacrificio» y esta acepción aparece, por ejemplo, en antiguos textos que describen rituales védicos, en Bhagavad Gītā (2.43) o en escrituras tántricas medievales.  

 

Una tercera acepción que nos interesa es kriyā como «práctica», en contraste con la teoría, como apunta el diccionario de Òscar Pujol.

 

De hecho, cuando estudiamos el Yogasūtra de Patañjali (2.1) encontramos un método que, aunque no siempre bien entendido, tiene relación con esta acepción: kriyāyoga. Una traducción aceptada sería «yoga de la acción» (diferente del famoso karmayoga que enseña Śrī Kṛṣṇa en Bhagavad Gītā) o «yoga práctico» en el sentido que, como se entiende tradicionalmente, incluye disciplinas para el uso del cuerpo físico, del intelecto, del habla y de las emociones (tapas, svādhyāya e īśvarapraṇidhāna).

 

Si seguimos analizando los textos de forma cronológica, veremos que la Haṭha Pradīpikā -respetado manual del siglo 15- es el primer texto que habla de «seis acciones» (ṣaṭkarmāṇi) de purificación para el cuerpo físico y preparación para el prāṇāyāma.

 

En la actualidad, estas técnicas de mantenimiento, que incluyen enemas, lavados nasales o limpiezas intestinales, se conocen popularmente en haṭha yoga como kriyas, lo cual es curioso si nos basamos en el texto original, donde se las nombra una decena de veces como karmas. Solo una vez, al explicar la técnica de naulī, el autor dice haṭhakriyā (HP, 2.36), es decir «esta práctica de haṭha».

 

A partir de 1920, el maestro Paramahansa Yogananda (1893-1952) popularizó el término kriyā yoga en occidente e inició a miles de personas en esa «ciencia antigua» que, según sus palabras, es la misma técnica que enseñó Patañjali con el nombre kriyāyoga y a la que también hace referencia Śrī Kṛṣṇa en Bhavagad Gītā cuando nombra el control de la energía vital a través de la respiración (versos 4.29 y 5.27).

 

Tal como explica Yogananda en su Autobiografía de un yogui, kriyā yoga «es un simple método psicofisiológico por medio del cual la sangre humana se libera del anhidrido carbónico y recibe una cantidad suplementaria de oxígeno. Los átomos de este oxígeno adicional son transmutados en energía vital, la cual rejuvenece el cerebro y los centros de la médula espinal».

 

En esta definición, centrada en la relación entre respiración y energía vital, vemos el modelo más generalizado de la palabra kriyā tal como nos llega en la actualidad.

 

En una línea similar, en los años 1970, el método Kundalini Yoga, creado por Yogi Bhajan, se hizo conocido no sólo por sus mantras y sus turbantes sino por sus llamadas kriyas -algunas muy llamativas como sostener los brazos en alto o realizar movimientos repetitivos durante varios minutos- que se definen como «una serie de posturas, respiración y sonido que trabajan hacia un resultado específico». 

 

De hecho, en el uso generalizado actual, ese resultado específico, tiene que ver con mover o activar la energía vital o prāṇa. A diferencia del uso que hace el haṭha yoga medieval, en que las kriyas de limpieza física son prerrequisitos para el prāṇāyāma, especialmente en casos de practicantes con una «constitución débil» o con sus doṣa («humores») desequilibrados.

 

En nuestros días, el místico contemporáneo Sadhguru dice que, básicamente, kriyā significa «acción interna» que implica «cierto dominio con tu energía». Regresando a la distinción terminológica, agrega que la palabra karma refiere a la «actividad externa que te ata», mientras que kriyā es la «actividad interna que te libera».

 

Como conclusión, podemos repetir que, en el uso actual más divulgado, una kriyā es un tipo de ejercicio o técnica que conjuga respiración y concentración mental (en algunos casos, también mudrā o movimiento externo) para movilizar o activar la energía vital.

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