Hijo de Vecino

Visita a Sadāśiva en la Isla de Elephanta

En 2015 estuve varios días en la ciudad de Mumbai para presenciar parte del multitudinario festival de Gaṇeśa Caturthī (Ganesha Chaturthi). Mumbai no me gusta especialmente porque es demasiado grande y urbana, pero de todos modos aproveché esa estadía para visitar algunos sitios de interés espiritual, que tenía pendientes. Entre ellos, la famosa Isla de Elephanta, que está a unos 10 km de distancia de la costa, en aguas del Mar Arábigo, y a la que se llega en ferry desde la turística e icónica Gateway of India.
El curioso nombre actual de la isla se debe al rebautizo que le dieron los colonizadores portugueses en el siglo XVI al ver las colosales estatuas de elefantes que había en su terreno. De todos modos, su gran interés cultural y espiritual está en las grandes grutas esculpidas en plena roca, que tienen casi 1500 años de antigüedad y que incluyen templos, pilares e imágenes religiosas hindúes. De hecho, las grutas fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad en 1987 y están bien conservadas, aunque es verdad que durante las diferentes invasiones, comenzando con la llegada de los portugueses, se causaron daños en las esculturas y salas del complejo.
Al llegar al muelle de Elephanta, después de una hora de viajar por las muy marrones aguas, uno tiene la opción de tomar un pequeño tren o caminar los 600 o 700 metros hasta llegar a las escaleras que llevan a las grutas. La explanada tiene puestos de comida, camisetas y todo tipo de recuerdos y artesanías; una escenografía que se mantiene de forma constante durante el ascenso de 110 escalones que solo se hacen duros si uno tiene un  resfrío (como era mi caso).
Lo más curioso de esta subida es el cartel que dice “Beware of monkeys” (“Cuidado con los monos”) y pretende advertir a los turistas que los monos de la zona están especialmente atentos a robar cualquier cosa que parezca alimento. De hecho, numerosos monos están indisimuladamente paseando o sentados dentro y fuera de la escalera, esperando su oportunidad.

Elephanta_monkeys
Monos poniendo cara de que no saben lo que dice el cartel…

El complejo contiene cinco grutas pero solo la primera es de especial relevancia, al menos para alguien no especializado. La gruta tiene en sus tres entradas columnas de unos seis metros de altura y es muy amplia (27m² solo en su zona principal). Naturalmente es húmeda y un poco oscura, pero esa falta de luz solo puede ser un problema a la hora de sacar fotos.
Elephanta Caves Tours, Mumbai Elephanta Caves Tour
Esta foto no es mía porque las mías están todas oscuras…

Especialmente atractivo me pareció el relativamente pequeño y cuadrado altar principal que alberga un tradicional śivalinga, el símbolo abstracto del Absoluto en la tradición shivaíta. Y es que esta gruta está dedicada al Señor Śiva (Shiva).
Templo del shivalinga (foto tampoco mía)

Entre las imágenes esculpidas directamente en las paredes de la roca está Naṭarāja (Śiva en su aspecto de bailarín cósmico), Ardhanārīśvara (Śiva en su aspecto “mitad mujer”), o Bhairava (Śiva en su aspecto más feroz). También hay esculturas con escenas de la mitología tradicional y que incluyen otros dioses relacionados con Śiva. De todas formas, la imagen más conocida y también más potente es la que muestra a Sadāśiva, “el Śiva eterno”, que tiene unos 7 metros de alto y que representa su manifestación más elevada, ya que simboliza “su condición de progenitor de las cinco esferas de la creación”.
La imagen canónica de Sadāśiva posee cinco caras, abarcando los cuatro puntos cardinales más el cenit. En la imagen de Elephanta, la escultura posee solo tres caras visibles, pues se supone que la cuarta (la que mira al sur) está contra la pared y la quinta, que iría arriba, “está presente conceptualmente pero no físicamente”.
De las tres caras visibles hay diferentes interpretaciones, aunque la principal es la que dice que el rostro central es la forma original de Śiva (en calma y meditación), mientras que la cabeza a su izquierda (la derecha en la foto) es un aspecto más amable y femenino de Śiva (de hecho está mirando una flor de loto), y la cabeza a su derecha (izquierda en la foto) representa un aspecto más fiero y masculino (de hecho está observando una cobra).
File:Shiva Trimurti @ Elephanta Caves.jpg
Sadashiva

Por estar compuesta de tres partes, esta imagen se conoce también como Trimūrti, que es también el apelativo tradicional para la tríada esencial de creación-preservación-destrucción del hinduismo genérico: Brahmā, Viṣṇu y Śiva. Quizás por eso, dos guardias que pululaban por la gruta principal me dijeron, por separado, que, si bien la imagen esculpida era Śiva, sus tres caras representaban a Brahmā, Viṣṇu y Śiva, situando a Viṣṇu en el medio. Esta versión no corresponde con la mayoría de fuentes que tengo ni con el hecho irrefutable de que se trata de un templo/gruta dedicado básicamente a Śiva. De ahí que esa imagen tan icónica se conozca como Mahādeva, Maheśvara o Sadāśiva.
Pedí a unos chicos que me hicieran una foto pero quedó fuera de foco. Fui a ver las otras cuevas y no me llamaron demasiado la atención. El entorno frondoso de la isla sí que tiene su encanto.
En cualquier caso, no es difícil de entender porque la gruta principal y su Trimūrti son la verdadera atracción de la isla, ya que aunque haga unos cientos de años que estas cuevas no están activas como centros de adoración, los cientos de años previos de actividad todavía se intuyen si uno agudiza la imaginación (fuego, lámparas, campanas e incienso enfrente de esa enorme imagen…).
E incluso si uno no tiene capacidad de imaginación, la presencia y tamaño de las esculturas es un evocador símbolo de devoción y de verdades espirituales que, como Sadāśiva, son eternas.

1 comentario en “Visita a Sadāśiva en la Isla de Elephanta”

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Un post sobre el término sánscrito kriyā en base a su etimología, sus usos frecuentes, sus referencias textuales y su aplicación actual.

El otro día utilicé el traductor de Google para traducir un texto sobre meditación, del inglés al español. De hecho, estoy sorprendido con lo buena que es esa herramienta online, aunque no es perfecta. Cuando en inglés decía attachments in meditation -o sea, «apegos en meditación»-, la traducción fue «archivos adjuntos en la meditación», que es una acepción posible pero inadecuada en el contexto del párrafo que yo estaba traduciendo. La falla del traductor radicó en desconocer el contexto del texto.

 

De forma similar, con los términos sánscritos, sobre todo si son muy genéricos, nos encontramos con frecuentes malentendidos de traducción, justamente por falta de información contextual.

 

La ubicua palabra kriyā es uno de esos ejemplos paradigmáticos, que hoy venimos a diseccionar, analizar y, ojalá, comprender mejor.  

 

Para empezar, el diccionario nos da la definición básica de kriyā como «acción, acto, actividad, tarea…» y es prácticamente un sinónimo de otra famosa palabra sánscrita: karman.

 

Este uso ya aparece en textos védicos como Upaniṣad por ejemplo y, con matiz filosófico, en la triple división que presenta el shivaísmo del poder de Śiva: icchā («voluntad»), kriyā («creación») y jñāna («conocimiento»). Asimismo, Patañjali en su Yogasūtra (2.18) dice que la naturaleza del guṇa rajas (la cualidad dinámica de la materia) es la «actividad» (kriyā).

 

Por otro lado, en el contexto litúrgico el término kriyā significa «rito, ceremonia, sacrificio» y esta acepción aparece, por ejemplo, en antiguos textos que describen rituales védicos, en Bhagavad Gītā (2.43) o en escrituras tántricas medievales.  

 

Una tercera acepción que nos interesa es kriyā como «práctica», en contraste con la teoría, como apunta el diccionario de Òscar Pujol.

 

De hecho, cuando estudiamos el Yogasūtra de Patañjali (2.1) encontramos un método que, aunque no siempre bien entendido, tiene relación con esta acepción: kriyāyoga. Una traducción aceptada sería «yoga de la acción» (diferente del famoso karmayoga que enseña Śrī Kṛṣṇa en Bhagavad Gītā) o «yoga práctico» en el sentido que, como se entiende tradicionalmente, incluye disciplinas para el uso del cuerpo físico, del intelecto, del habla y de las emociones (tapas, svādhyāya e īśvarapraṇidhāna).

 

Si seguimos analizando los textos de forma cronológica, veremos que la Haṭha Pradīpikā -respetado manual del siglo 15- es el primer texto que habla de «seis acciones» (ṣaṭkarmāṇi) de purificación para el cuerpo físico y preparación para el prāṇāyāma.

 

En la actualidad, estas técnicas de mantenimiento, que incluyen enemas, lavados nasales o limpiezas intestinales, se conocen popularmente en haṭha yoga como kriyas, lo cual es curioso si nos basamos en el texto original, donde se las nombra una decena de veces como karmas. Solo una vez, al explicar la técnica de naulī, el autor dice haṭhakriyā (HP, 2.36), es decir «esta práctica de haṭha».

 

A partir de 1920, el maestro Paramahansa Yogananda (1893-1952) popularizó el término kriyā yoga en occidente e inició a miles de personas en esa «ciencia antigua» que, según sus palabras, es la misma técnica que enseñó Patañjali con el nombre kriyāyoga y a la que también hace referencia Śrī Kṛṣṇa en Bhavagad Gītā cuando nombra el control de la energía vital a través de la respiración (versos 4.29 y 5.27).

 

Tal como explica Yogananda en su Autobiografía de un yogui, kriyā yoga «es un simple método psicofisiológico por medio del cual la sangre humana se libera del anhidrido carbónico y recibe una cantidad suplementaria de oxígeno. Los átomos de este oxígeno adicional son transmutados en energía vital, la cual rejuvenece el cerebro y los centros de la médula espinal».

 

En esta definición, centrada en la relación entre respiración y energía vital, vemos el modelo más generalizado de la palabra kriyā tal como nos llega en la actualidad.

 

En una línea similar, en los años 1970, el método Kundalini Yoga, creado por Yogi Bhajan, se hizo conocido no sólo por sus mantras y sus turbantes sino por sus llamadas kriyas -algunas muy llamativas como sostener los brazos en alto o realizar movimientos repetitivos durante varios minutos- que se definen como «una serie de posturas, respiración y sonido que trabajan hacia un resultado específico». 

 

De hecho, en el uso generalizado actual, ese resultado específico, tiene que ver con mover o activar la energía vital o prāṇa. A diferencia del uso que hace el haṭha yoga medieval, en que las kriyas de limpieza física son prerrequisitos para el prāṇāyāma, especialmente en casos de practicantes con una «constitución débil» o con sus doṣa («humores») desequilibrados.

 

En nuestros días, el místico contemporáneo Sadhguru dice que, básicamente, kriyā significa «acción interna» que implica «cierto dominio con tu energía». Regresando a la distinción terminológica, agrega que la palabra karma refiere a la «actividad externa que te ata», mientras que kriyā es la «actividad interna que te libera».

 

Como conclusión, podemos repetir que, en el uso actual más divulgado, una kriyā es un tipo de ejercicio o técnica que conjuga respiración y concentración mental (en algunos casos, también mudrā o movimiento externo) para movilizar o activar la energía vital.

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